El Jardín Mágico de Sol y Arena



Había una vez en un lejano lugar, un mágico jardín llamado ‘El Jardín de Sol y Arena’. Este jardín se encontraba en la frontera entre el vasto desierto de Arena Perdida, donde la arena brillaba como oro, y el frondoso campo de Pasto Verde, donde los árboles eran altos y las flores florecían de colores vibrantes.

Un día, Sol, una niña curiosa y valiente, decidió salir de su casa en el campo. Sentía una fuerte atracción hacia lo desconocido, así que se adentró en el desierto.

Mientras caminaba bajo el cálido abrazo del sol, Sol oyó un susurro que provenía de una extraña cueva: "¡Ayuda, ayuda!"- dijo la voz.

Sol se detuvo, sorprendida. "¿Quién está ahí?"- preguntó, mirando hacia la cueva.

De la oscuridad emergió Arena, un pequeño y tierno gatico que había quedado atrapado en una trampa. "Soy Arena, y estoy perdido. ¡Ayúdame, por favor!"- suplicó el gatico.

Sol, valiente y compasiva, decidió ayudarlo. "No te preocupes, Arena. Te sacaré de aquí"- dijo mientras buscaba algo con qué liberarlo. Con un palito que encontró en el suelo, empezó a liberar la trampa.

Pero cuando Arena salió de la trampa, en lugar de agradecérselo, empezó a chillar. "¡Ay, no!"- decía. "¡Ahora estoy ¡más perdido que antes!"-

Sorprendida, Sol le preguntó: "¿Qué quieres decir?"-

"Yo siempre he vivido aquí, pero me he perdido y no sé cómo regresar a casa. Todo está tan diferente con la arena tan movediza y el calor del desierto"- explicó Arena.

Sol contempló el vasto paisaje de arena. "¡Yo te ayudaré a encontrar el camino!"- dijo decidida. Juntos empezaron a explorar la zona, pero todo parecía igual: solo arena y más arena. Por un momento, Arena se desanimó. "¡Nunca voy a encontrar el camino!"- se quejó.

"¡No te rindas, Arena! Tal vez podamos encontrar algún indicio si buscamos juntos"- le animó Sol, y empezaron a jugar. Se echaron sobre la arena, comenzaron a hacer figuras con ella y a jugar al escondite.

Mientras jugaban, de repente, Arena se dio cuenta de una suculenta planta que asomaba entre la arena. "Mirá, Sol, eso es algo del Pasto Verde. ¡Debemos seguirlo!"- gritó Arena mientras corría hacia ella.

La niña vio cómo Arena había encontrado indicios de su hogar, y juntos corrieron. Después de un buen rato, encontraron un sendero cubierto de flores. Sol y Arena se miraron emocionados. "¡Esto es!"- dijo Sol. "¡Estamos cerca!"-

Siguieron el sendero de flores hasta que, de pronto, aparecieron a la vista, el jardín mágico, lleno de los hermosos colores que les habían faltado. "¡Mi hogar!"- exclamó Arena con alegría, ya que se daba cuenta que el jardín había estado escondido bajo la arena, cubierto por el tiempo y la falta de cuidado.

Pero algo extraño ocurrió. Las flores comenzaron a marchitarse. Arena miró frustrado y le dijo a Sol: "¿Y ahora qué hacemos? Sin agua no crecerá nada aquí"-

Sol recordó algo que le había dijeron su abuela sobre el poder de los sueños y las promesas. "Si podemos hacer que el jardín renazca, tendríamos que prometernos cuidar de él juntos"- propuso.

Y así, Sol y Arena empezaron a trabajar juntos. Regaron las plantas con un poco de agua de un pequeño pozo que encontraron, adornaron el jardín con piedras coloridas y ayudaron a repoblarlo con más flores y árboles. Con el tiempo, pudieron ver cómo todo florecía de nuevo, lleno de vida y alegría.

La historia del jardín fue contada por años y Sol fue reconocida como una verdadera guardiana del jardín mágico, junto a su amigo Arena. Todos los días volvían a cuidarlo y a disfrutarlo juntos.

"A veces las mejores aventuras nos llevan a descubrir no solo el mundo, sino también a nosotros mismos"- dijo Sol una tarde, reflexionando.

Y desde entonces, junto a Arena, nunca dejaron de cuidar el jardín, y el sol brilla siempre en su mágico hogar.

FIN.

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