El Jardín Mágico de VeggieLandia
Había una vez en un pequeño pueblo llamado VeggieLandia, donde las casas eran de colores brillantes y los jardines estaban llenos de flores, pero lo más impresionante era su enorme Mercado de Frutas y Verduras. Este mercado era conocido por tener la fruta más dulce y la verdura más crujiente de todo el país.
Un día, un grupo de niños se reunió para jugar en la plaza del pueblo. Entre ellos estaba Lila, una niña curiosa con un gran amor por las aventuras. Lila era conocida por su energía y su espíritu optimista.
"¡Chicos! ¿Qué les parece si vamos al Mercado de Frutas y Verduras?", propuso Lila.
"Pero eso no suena divertido...", se quejó Tomi, uno de sus amigos. "¿Por qué no vamos al parque?".
"En el mercado hay cosas secretas que no conocen", insistió Lila.
Los niños, intrigados por las palabras de Lila, decidieron ir al mercado.
Al llegar, el Mercado de Frutas y Verduras estaba repleto de colores. Había manzanas rojas brillantes, naranjas jugosas, zanahorias de un anaranjado radiante y brócoli que parecía salido de un cuento de hadas.
"¡Wow! ¡Miren esas frutas!", exclamó Sofía, otra de las niñas.
"¿Y esas verduras? Son tan verdes y frescas", añadió Nicolás, emocionado.
Mientras exploraban, un anciano llamado Don Pepino se acercó a ellos. Era el guardián del mercado.
"¡Hola, niños! ¿Qué les trae por aquí?", preguntó con una sonrisa.
"Estamos buscando algo divertido", respondió Lila.
"¿Diver...? ¿Pero no saben que aquí hay un mundo mágico?", dijo Don Pepino.
Los niños se miraron con asombro.
"¿Mágico?", repitió Sofía.
"Sí, claro. Cada fruta y cada verdura tiene su propia historia y un poder especial. Si las comes, te sentirás mejor y más fuerte. Por ejemplo, si comes espinaca, tendrás fuerza como un superhéroe", explicó Don Pepino.
El grupo decidió hacer un trato con Don Pepino: iban a probar todas las frutas y verduras del mercado. Cada vez que probaban una nueva, se transformaban momentáneamente en lo que la fruta o verdura representaba.
Por ejemplo, al probar una sandía, Sofía se sintió tan refrescante y feliz como una tarde de verano. Al comer un plátano, Tomi se sintió alegre y lleno de energía, queriendo saltar y reír. Pero fue cuando Lila probó una zanahoria que ocurrió algo inesperado.
"¡Hola! ¡Puedo ver de lejos!", gritó mientras veía un pájaro que volaba alto en el cielo.
"¡Mirá! ¡¿Qué es eso? !", preguntó Nicolás asombrado.
"¡Es un arcoíris!", dijo Lila, señalando un hermoso arcoíris que estaba apareciendo. "¡Creo que las verduras nos están dando poderes especiales!".
Los niños empezaron a disfrutar cada vez más de las frutas y verduras y, al probarlas, se daban cuenta de cuán deliciosas y saludables eran. Todos se sentían más felices y llenos de energía.
"¿Podemos venir aquí todos los días?", preguntó Sofía, un poco triste al pensar que el día se estaba acabando.
"¡Claro! Aquí estará siempre el Mercado de Frutas y Verduras esperando a que lo visiten", dijo Don Pepino con una sonrisa.
Los niños prometieron volver cada día y compartir sus aventuras con los demás. A medida que pasaban los días, empezaron a notar cómo comer frutas y verduras los ayudaba no solo a sentirse mejor, sino también a tener más energía para jugar, estudiar y disfrutar de la vida.
Y así, VeggieLandia no solo se volvió famosa por sus productos frescos, sino también por los niños saludables y felices que vivían allí. Desde entonces, siempre que los niños pasaban por el mercado, Lila decía:
"¡Esto es solo el comienzo de nuestras aventuras!".
Y cada niño, sabiendo que las frutas y verduras eran las verdaderas heroínas de su vida saludable, sonreía mientras disfrutaban del sabor de cada bocado.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero la historia de VeggieLandia sigue viva en cada pequeño que decide hacer de las frutas y verduras su mejor amiga.
FIN.