El jardín que cambió mi vida



Había una vez un hombre llamado Héctor, que vivía en soledad y no tenía trabajo ni estudios. Tenía 47 años y su hermana Mariela lo ayudaba en todo lo que podía.

Pero el cuñado de Héctor le decía constantemente que trabajar era bueno para él y para su futuro. "Héctor, ¿por qué no buscas trabajo? Te sentirías mejor si tuvieras algo que hacer durante el día", le decía el cuñado.

Pero Héctor siempre respondía:"No quiero trabajar, estoy bien así". Mariela también intentaba animar a su hermano a buscar trabajo o algún pasatiempo para ocupar su tiempo libre. "Héctor, podrías hacer algún curso o aprender una nueva habilidad.

¡Sería divertido!", le sugería Mariela con entusiasmo. Pero Héctor siempre se negaba:"No me interesa nada de eso". Un día, mientras caminaba por la calle sin rumbo fijo, Héctor encontró un pequeño jardín abandonado lleno de maleza y basura.

Decidió quedarse allí por un rato y comenzó a limpiarlo poco a poco. Al principio solo sacaba la basura más grande, pero luego empezó a cortar las malas hierbas del jardín con unas tijeras viejas que encontró en una bolsa de basura cercana.

Después de varios días trabajando en el jardín, los vecinos comenzaron a notar lo limpio y ordenado que estaba ahora. Incluso algunos se detenían para felicitarlo por su buen trabajo. Héctor nunca había sentido esa sensación de satisfacción antes.

Se dio cuenta de que trabajar en el jardín le daba una sensación de propósito y logro. Así que decidió seguir trabajando en el jardín todos los días.

Un día, mientras trabajaba en el jardín, Héctor se encontró con un grupo de niños que pasaban por ahí. Al principio, los niños lo miraron con curiosidad e incluso algunos se burlaron de él por estar trabajando tan duro en el jardín. Pero Héctor no se rindió y continuó trabajando.

Después de unos minutos, uno de los niños se acercó a él y le preguntó:"¿Qué estás haciendo?""Estoy limpiando este jardín para que luzca hermoso", respondió Héctor con una sonrisa.

Los niños comenzaron a ayudar a Héctor a limpiar el jardín. Juntos cortaron las malas hierbas y recogieron la basura del suelo. Después de unas horas, el pequeño jardín lucía completamente diferente: estaba ordenado y lleno de flores coloridas. Héctor nunca había sentido tanta felicidad antes.

Se dio cuenta de que trabajar duro podía ser divertido cuando lo hacía con otras personas. A partir de ese día, Héctor comenzó a buscar trabajo y encontró un empleo como jardinero en una escuela cercana.

Ahora trabaja todos los días cuidando los jardines escolares y enseñándoles a los estudiantes cómo cuidar las plantas. Héctor aprendió que trabajar puede ser gratificante si encuentras algo que te apasiona.

También aprendió la importancia del trabajo en equipo y cómo compartir tus habilidades puede hacer la diferencia para ti mismo y para los demás. Y así, Héctor dejó de vivir en soledad y encontró un propósito en su vida.

FIN.

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