El jardín resplandeciente de Lola


Había una vez, en un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores, una pequeña abeja llamada Lola. Lola era una abeja muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas flores para recolectar néctar y llevárselo a su colmena.

Un día, mientras volaba de flor en flor, Lola se dio cuenta de que una de las plantas más grandes del jardín no tenía ninguna abeja visitándola. Intrigada, decidió acercarse para investigar.

Al llegar a la planta, Lola descubrió que las flores estaban marchitas y parecían tristes. Se acercó a una de ellas y escuchó que le decía con voz débil: "Necesitamos tu ayuda, pequeña abeja".

Lola se sorprendió al darse cuenta de que las flores podían hablar con ella. Sin dudarlo, les preguntó qué les pasaba y cómo podía ayudarlas. "Estamos tristes porque no recibimos suficiente sol para crecer fuertes y saludables", explicó la flor.

"Sin nuestro néctar, las abejas como tú no pueden hacer miel". Lola comprendió la importancia de las flores en el equilibrio del jardín y decidió buscar una solución. Voló hasta lo alto del árbol más grande del jardín y encontró al hada madrina del lugar.

"¿Qué te preocupa tanto, querida abejita?", preguntó el hada al ver la preocupación en los ojos de Lola. "Las flores están tristes porque no reciben suficiente sol", respondió Lola. "Sin ellas, mi colmena no tendrá néctar para hacer miel".

El hada sonrió y extendió su varita mágica sobre el jardín. En ese momento, rayos dorados iluminaron cada rincón y las plantas comenzaron a revitalizarse ante los ojos maravillados de Lola.

"El sol es importante para todas las criaturas vivientes", dijo el hada. "Gracias por recordarnos cuidar nuestro hogar común". Desde ese día, Lola se convirtió en la guardiana del sol en el jardín.

Volaba por encima de las plantas altas para asegurarse de que todas recibieran su dosis diaria de luz solar. Las flores volvieron a estar radiantes y rebosantes de néctar gracias al trabajo incansable de Lola. Y la colmena disfrutaba ahora de la miel más dulce y sabrosa que jamás habían probado.

Y así, con amor y dedicación, Lola demostró que incluso la más pequeña entre todas las criaturas puede marcar una gran diferencia cuando se trata de cuidar el mundo que nos rodea.

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