El jerbo acróbata
Había una vez un jerbo muy especial, de color marrón y con traje y corbata. Este pequeño animalito era muy trabajador y siempre se esforzaba por hacer lo mejor que podía en todo lo que emprendía.
Además, le encantaba hacer piruetas en la plaza para entretener a los niños que pasaban por allí. Un día, mientras comía semillas de girasol durante una de sus acrobacias, el jerbo se atragantó y comenzó a toser sin parar.
Los niños que estaban viéndolo se rieron mucho al principio, pensando que era parte del espectáculo, pero luego se dieron cuenta de que algo andaba mal. - ¡Ayuda! - gritó uno de los niños -.
¡El jerbo está atragantado! Los demás niños corrieron hacia él para ver qué podían hacer para ayudarlo. Algunos intentaron darle agua, otros golpearlo suavemente en la espalda... pero nada parecía funcionar.
Fue entonces cuando apareció una señora mayor con bata blanca y maletín en mano. Era la doctora del pueblo y había venido a comprar algunas cosas al mercado cercano cuando escuchó los gritos de auxilio. - ¿Qué pasa aquí? - preguntó preocupada al ver al grupo rodeando al pobre jerbo.
- El jerbo está atragantado - explicó uno de los niños -. No podemos hacerlo vomitar ni nada. La doctora examinó rápidamente al animalito y encontró la causa del problema: una semilla había quedado atascada en su garganta.
Con cuidado, logró sacarla utilizando unas pinzas especiales para animales. El jerbo, al sentir que podía respirar de nuevo, agradeció a la doctora con un pequeño movimiento de cabeza.
Los niños aplaudieron y se emocionaron al ver que su amigo estaba bien. - ¡Gracias por ayudarlo! - exclamó uno de los niños -.
¿Cómo podemos hacer para que no vuelva a pasar? La doctora sonrió y les explicó:- A los jerbos les encanta comer semillas de todo tipo, pero es importante que no las coman muy rápido ni en grandes cantidades. De lo contrario, pueden atragantarse o tener problemas digestivos.
Además, siempre es bueno tener a mano el número de teléfono de un veterinario o médico especialista en animales para casos como este. Los niños asintieron y prometieron cuidar mejor del jerbo a partir de ese momento. Desde entonces, todos los días le llevaban una pequeña porción de semillas en un plato especial para evitar cualquier problema.
El jerbo siguió haciendo piruetas en la plaza, pero ahora lo hacía con más precaución y sin comer mientras lo hacía.
Los niños aprendieron una valiosa lección sobre la importancia del cuidado y la responsabilidad hacia los demás seres vivos. Y así termina nuestra historia sobre el valiente jerbo marrón con traje y corbata que logró superar su atragantamiento gracias al amor y atención de sus amigos humanos.
FIN.