El joven gobernante


En el reino de Alejandro, todos los habitantes estaban emocionados por la competencia que el rey había organizado. El objetivo era encontrar al candidato más adecuado para ayudar a gobernar el reino.

El anuncio se hizo en cada rincón del reino y rápidamente llegó a oídos de Juanito, un joven campesino que soñaba con ser parte del gobierno y ayudar a su comunidad. Sin pensarlo dos veces, decidió presentarse como candidato.

La competencia consistía en una serie de pruebas que pondrían a prueba las habilidades administrativas y liderazgo de cada participante. Había tareas como organizar un mercado justo, distribuir recursos equitativamente entre los habitantes y resolver conflictos comunitarios.

Juanito estaba decidido a dar lo mejor de sí mismo en cada prueba. Sabía que no tenía experiencia en asuntos políticos, pero confiaba en sus habilidades para escuchar y comprender las necesidades de la gente.

Llegó el día de la primera prueba y todos los participantes se reunieron frente al castillo real. El rey Alejandro dio la bienvenida a todos con entusiasmo y explicó las reglas del juego.

La primera prueba consistía en organizar un mercado justo donde los productos fueran accesibles para todos los habitantes del reino. Cada participante recibiría una cantidad limitada de monedas para comprar diferentes alimentos y luego debían venderlos al precio más justo posible. Juanito decidió ir directamente hacia los agricultores locales para obtener productos frescos al mejor precio posible.

Luego se acercó a los comerciantes ambulantes para negociar precios justos sin perjudicar sus ganancias. Después de varias horas, llegó el momento de presentar los resultados al rey.

Uno por uno, los participantes explicaron su estrategia y cómo habían logrado un mercado justo para todos.

Cuando llegó el turno de Juanito, se levantó con seguridad y comenzó a hablar: "Su majestad, en mi opinión, la justicia no solo está en encontrar precios equitativos, sino también en asegurarnos de que todos tengan acceso a los alimentos básicos. Por eso decidí invertir parte de las monedas que me dieron para comprar productos y luego donarlos a aquellos que no pueden permitirse pagar".

El rey Alejandro quedó impresionado con las palabras de Juanito y su actitud solidaria. Decidió otorgarle puntos extras por su iniciativa y compasión hacia los más necesitados.

La competencia continuó con varias pruebas más y en cada una de ellas Juanito demostraba su habilidad para escuchar a la gente y resolver problemas comunitarios. Su corazón noble le permitía siempre encontrar soluciones justas e inclusivas. Finalmente, llegó el día de la gran final.

Los tres mejores candidatos se enfrentaron en una última prueba: resolver un conflicto entre dos familias vecinas que estaban discutiendo por un pedazo de tierra. Juanito escuchó pacientemente a ambos lados e hizo todo lo posible para llegar a un acuerdo justo.

Propuso dividir la tierra equitativamente y así ambas familias podrían cultivar sus propios alimentos sin perjudicarse mutuamente. El rey Alejandro observaba atentamente desde su trono mientras Juanito exponía su solución al conflicto.

Al finalizar, el rey sonrió satisfecho y anunció: "El ganador de la competencia es Juanito, quien ha demostrado no solo habilidades administrativas, sino también un corazón noble y compasivo". Todos los habitantes del reino aplaudieron emocionados mientras Juanito se acercaba al trono para recibir su premio.

El rey Alejandro lo abrazó y le dijo: "Has mostrado que ser un buen gobernante no solo requiere inteligencia y habilidad, sino también empatía y justicia. Estoy orgulloso de ti". Desde ese día, Juanito se convirtió en el asesor más confiable del rey Alejandro.

Juntos trabajaron para hacer del reino un lugar aún más próspero y justo, donde todos los habitantes pudieran vivir en armonía.

Y así, gracias a su humildad y valentía, Juanito nos enseñó que cualquiera puede marcar la diferencia si tiene la determinación de luchar por lo que cree y el deseo de ayudar a los demás.

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