El Joven y el Bosque Mágico
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos caudalosos, vivía un joven llamado Mateo. Mateo era un chico curioso y aventurero que pasaba los días explorando cada rincón del bosque que bordeaba su hogar. Sin embargo, había algo en ese bosque que todos en el pueblo decían que debías evitar: la colina del Girosaurio.
Un día, mientras caminaba por el sendero al atardecer, Mateo escuchó un susurro suave entre las hojas. "¿Quién anda ahí?"- preguntó, mirando a su alrededor.
"Soy yo, el Guardián del Bosque"-, respondió una voz melodiosa que venía de un árbol gigantesco. Mateo abrió los ojos sorprendido. De entre las ramas apareció un pequeño ser luminoso, con alas transparentes.
"¿Un hada?"- cuestionó Mateo, incrédulo.
"Así es, pero soy mucho más que eso. Soy quien cuida de este bosque y de sus secretos"-, dijo el hada sonriendo. "¿Te gustaría conocer la colina del Girosaurio?"-
Mateo, aunque asustado por lo que decían los mayores, sintió una fuerte curiosidad. "¿Es realmente peligrosa?"-
"Solo si temes a lo desconocido"-, respondió el hada. Tras pensarlo un momento, Mateo decidió que lo más emocionante era aprender por sí mismo.
"¡Sí! Quiero ir contigo"-, exclamó.
El hada lo llevó volando con sus mágicas alas. Al llegar a la colina, Mateo vio escenarios que nunca había imaginado: criaturas de colores, árboles que cantaban y flores que brillaban. "Esto es increíble"-, dijo, maravillado.
"Todo esto vive aquí, pero hay algo muy importante que debes aprender"-, le explicó el hada. "Cada ser en este bosque tiene un papel que desempeñar. Y tú, querido Mateo, también tienes uno"-.
Intrigado, Mateo preguntó: "¿Qué papel?"-
"Tú puedes ser un protector del bosque, un amigo de sus criaturas. Pero para eso, debes aprender a cuidar de la naturaleza y respetar todas sus formas de vida"-.
Mateo asintió, decidido a aprender. Pasó horas junto al hada, ayudando a las criaturas del bosque, plantando semillas y cuidando de los ríos. Cada día, regresaba a su pueblo contando historias a sus amigos sobre lo que había visto. Pero un día, algo inesperado sucedió: la colina comenzó a marchitarse y las criaturas estaban asustadas.
"¡Ayuda!"- gritó una ardilla. "La lluvia no ha llegado y el sol arde intensamente"-.
Mateo se preocupó y miró a su alrededor. "No podemos dejar que esto siga así. Debemos encontrar una solución"-.
El hada lo miró y dijo: "Debemos unir a todos en el pueblo. Si ellos entienden la importancia de cuidar el bosque y su agua, juntos podremos traer de vuelta el equilibrio"-.
Valientemente, Mateo corrió hacia el pueblo y reunió a sus amigos y familiares. "¡Vengan! ¡El bosque nos necesita!"- gritó. "Si no cuidamos de él, no solo perderemos su magia, sino también lo que nos da la vida"-.
Los pobladores, al ver la determinación de Mateo y escuchando sus historias, decidieron ayudar. Juntos organizaron un gran día de limpieza y replantación. Todo el pueblo se unió, cada uno aportando ideas y acciones para restaurar el bosque.
Días después, el agua comenzó a fluir con fuerza en los ríos y la colina del Girosaurio floreció más bella que nunca. Las criaturas regresaron, agradecidas por la ayuda. "Mateo, lo has logrado!"- dijo el hada emocionada.
"No solo yo, todos lo hicimos juntos"-, respondió Mateo, con una sonrisa en su rostro. "Aprendí que la verdadera magia es trabajar en equipo y cuidar nuestra casa"-. Y desde ese día, Mateo se convirtió en el guardián del bosque, siempre motivando a su pueblo a proteger la belleza que tenían cerca.
Así, ingresando en el corazón de cada uno, creció la conciencia sobre el cuidado del medio ambiente y el valor de la cooperación. Y así fue como un joven valiente se convirtió en el héroe de su pueblo y del bosque mágico.
FIN.