El Juego de Aguamarina
En el encantado pueblo de Aguamarina, Lina, una gota de agua mágica, pasaba sus días explorando el mundo y jugando con sus amigos: Pedro, una roca fuerte y noble; Flo, una hoja con un brillo verde radiante; y Pepi, una ramita curiosa y siempre sonriente.
Era un día soleado cuando decidieron jugar a "¿Se hunde o no se hunde?".
"Voy primero!" exclamó Pedro, emocionado.
Se dejó caer en el agua con un gran "¡plof!" y, para sorpresa de todos, se hundió hasta el fondo, donde fue recibido por burbujas juguetonas.
"¡Buen trabajo, Pedro!" gritó Lina entre risas.
"Ahora yo, ahora yo!" dijo Flo, enfrentando el agua de manera decidida.
Se lanzó en un suave movimiento y, para la alegría de todos, no se hundió. Flotó como una pluma.
"¡Soy una estrella en el agua!" cantó Flo, disfrutando de su flotación.
"¡Yo puedo hacerlo también!" dijo Pepi, llena de energía.
Pepi corrió y saltó hacia el centro del estanque. Pero justo en el momento en que iba a caer, una ráfaga de viento la llevó a volar un poco más alto.
"¡Ups!" gritó mientras giraba en el aire.
Finalmente, aterrizó con un «¡splash! » en el borde del estanque, salpicando a Lina. Todos soltaron carcajadas.
"Creo que eso fue un nuevo estilo de entrada!" dijo Lina entre risas.
Sin embargo, mientras se divertían, una sombra oscura cubrió el cielo y un gran pájaro, llamado Radón, planeaba sobre ellos con mirada curiosa.
"¿Qué son esos amigos jugando?" preguntó Radón, aterrizando a unos pocos metros.
Los amigos se detuvieron en seco, mirándose unos a otros. Nadie había visto a Radón antes, y todos se sentían un poco intimidados.
"Son solo unas hojas y un poco de agua. No tienes nada que temer" dijo Pedro, tratando de parecer valiente.
"¿Jugando a hundirse? Eso suena divertido…" dijo Radón, con una sonrisa que no les convencía del todo.
Los amigos se miraron dudosos, pero Lina, siempre tan valiente, dijo:
"¡Claro! Ven a jugar con nosotros, Radón!"
"¿De verdad? No soy tan pequeño como ustedes..." respondió el pájaro con inseguridad.
"No importa el tamaño, lo que cuenta es divertirse!" dijo Flo.
Radón se sintió animado y se unió al juego. Para su sorpresa, no necesitaba meterse en el agua para jugar. A medida que el pájaro volaba por encima, dejaba caer pequeñas plumas en el agua, creando olas y turbulencias.
"¡Mirá cómo se mueven las burbujas!" exclamó Pepi emocionada.
Poco a poco, Radón se dio cuenta de que había encontrado nuevos amigos. Jugaron juntos, riéndose y disfrutando del día. Cada uno aportaba su estilo al juego: el chapoteo de Lina, el suave flote de Flo, el salto de Pepi y las plumas de Radón.
Sin embargo, justo cuando todo iba bien, una tormenta comenzó a formarse en el horizonte. El viento soplaba cada vez más fuerte.
"¡Debemos ir a un lugar seguro!" gritó Lina.
"¡Sí! A la cueva!" sugirió Pedro.
Todos se apresuraron hacia la cueva cercana, pero cuando llegaron, se dieron cuenta de que Radón no podía entrar.
"¡No puedo meterme en la cueva!" dijo Radón preocupado.
"Te esperamos aquí, ¡no te preocupes!" dijo Lina.
"Pero yo quiero estar con ustedes. ¡Ustedes son mis amigos!" dijo Radón, sintiéndose triste.
Entonces, Lina tuvo una idea brillante:
"Radón, tú puedes construir un refugio en el árbol, así estaremos juntos pero a salvo."
"¡Esa es una gran idea!" dijo Radón y comenzó a juntar ramas y hojas alrededor de su perímetro.
Mientras la tormenta azotaba, todos se mantenían cerca, contando historias y riendo. La tormenta pasó, pero su amistad se había vuelto más fuerte. Radón se sintió parte del grupo, y los demás aprendieron a abrazar las diferencias de cada uno.
Desde ese día, los amigos jugaron juntos como siempre, haciendo del juego '¿Se hunde o no se hunde?' una aventura aún más divertida y llena de sorpresas. Y cada vez que Radón volaba sobre Aguamarina, ellos sabían que las diferencias los hacían únicos pero unidos.
Y así, en aquel encantado pueblo, los cuatro amigos recordaron que lo que más importaba no era si flotabas o te hundías, sino el amor y la diversión que compartían juntos.
FIN.