El juego de Doña Rosa



Pedrito estaba emocionado. Era un día soleado y perfecto para jugar en el parque con sus amigos. Se puso su gorra favorita, agarró su pelota de fútbol y salió corriendo de casa.

Mientras caminaba por la vereda, imaginaba todas las divertidas travesuras que harían juntos. De repente, tropezó con una piedra suelta y cayó de bruces al suelo. El golpe fue fuerte, y Pedrito sintió un dolor agudo en la rodilla.

Se levantó lentamente, con los ojos llenos de lágrimas, sin poder apoyar bien el pie en el suelo. "¡Ay! ¡Me duele mucho!", se quejó Pedrito mientras intentaba ponerse de pie.

Sus amigos estaban a unas cuadras más adelante, pero él no podía caminar correctamente. La desilusión se reflejaba en su rostro cuando vio que no podría llegar al parque a jugar con ellos. Justo en ese momento, apareció Doña Rosa, una vecina anciana del barrio que siempre tenía dulces palabras para todos.

"¿Qué te pasó, Pedrito?", preguntó preocupada Doña Rosa al verlo tan desanimado. Pedrito le contó lo ocurrido mientras se secaba las lágrimas con la manga de su remera.

Doña Rosa lo miró con ternura y le tendió una mano amiga. "Tranquilo, querido. A veces las cosas no salen como esperamos, pero lo importante es cómo nos recuperamos de los tropiezos", dijo Doña Rosa con voz calmada.

Pedrito asintió con tristeza, sin saber qué hacer ahora que no podía jugar con sus amigos. "Vení conmigo", invitó Doña Rosa tomándolo de la mano. "Tengo algo especial que mostrarte". Caminaron juntos hasta llegar a un banco frente a un árbol frondoso.

Doña Rosa se sentó junto a Pedrito y comenzó a contarle una historia maravillosa sobre un pájaro carpintero valiente que nunca se dio por vencido ante los obstáculos y siempre encontraba una solución creativa para seguir adelante.

Los ojos de Pedrito brillaban escuchando cada palabra de Doña Rosa. Poco a poco, el dolor en su rodilla parecía disminuir mientras se sumergía en la historia inspiradora que le contaban. "Así que ya sabes, Pedrito", concluyó Doña Rosa sonriente.

"A veces caemos, pero lo importante es levantarnos con valentía y buscar nuevas formas de seguir adelante". Pedrito sintió cómo renacía su espíritu aventurero y decidió seguir el consejo de Doña Rosa.

Con determinación e ingenio, ideó un divertido juego sentados en el banco del parque donde todos pudieran participar sin necesidad de correr ni saltar. Sus amigos llegaron curiosos al verlos tan entretenidos y pronto se sumaron al nuevo juego inventado por Pedrito.

Las risas volvieron a llenar el aire del parque mientras disfrutaban juntos de una tarde inolvidable. Desde ese día, Pedrito aprendió que los obstáculos pueden convertirse en oportunidades si uno está dispuesto a enfrentarlos con creatividad y perseverancia.

FIN.

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