El Juego de Erinson en Guna Prieta
En la comunidad de Guna Prieta, bajo un sol radiante y un cielo azul, un niño llamado Erinson Rosario corría con su pelota de goma. Todos los chicos del barrio lo conocían por su energía y su inagotable entusiasmo. Era un día perfecto para jugar.
Erinson se encontraba en la plaza del barrio, un lugar que vibraba con risas y amistad. Bordes de árboles frondosos daban sombra a los pequeños y las madres que miraban desde lejos. Cuando el grupo de amigos lo vio, se acercaron emocionados.
"¡Eh, Erinson! ¿Jugamos a la pelota?" - gritó Gastón, un amigo del colegio.
"¡Sí! Vamos!" - respondió Erinson, sonriendo de oreja a oreja.
Comenzaron a jugar, y el juego se llenó de risas y gritos de alegría. La pelota volaba de un lado a otro, y los chicos se esforzaban por marcar un gol. Sin embargo, mientras jugaban, Erinson notó algo extraño en el suelo.
"Chicos, miren eso" - dijo mientras se agachaba. Había una pequeña roca brillante que había salido a la superficie entre las raíces de un árbol.
"¿Qué es eso?" - preguntó Ana, la más curiosa del grupo.
"No sé, pero parece precioso" - respondió Erinson, examinando la piedra con atención. Al mirarla, sus colores brillaban intensamente al sol.
Intrigados, decidieron dejar la pelota de lado por un momento y observar el hallazgo.
"Podemos llevarla a la maestra Flora, ella siempre sabe sobre cosas interesantes" - sugirió Aldo.
"¡Buena idea! Vamos!" - exclamó Erinson, entusiasmado.
Así que, con la roca en mano, los niños se dirigieron a la escuela. La maestra Flora era conocida en la comunidad por su pasión por la naturaleza y las ciencias, y siempre sabía cómo sorprender a sus alumnos.
"Maestra Flora, mirá lo que encontramos!" - dijo Erinson mientras la roca centelleaba en su mano. La maestra se acercó con una gran sonrisa.
"¡Vaya! Eso es un cristal de cuarzo. Tiene muchas propiedades interesantes y se encuentra en nuestra tierra" - explicó, iluminando a los niños. "Es una piedra que puede atraer buenas energías y creatividad".
Los ojos de Erinson brillaron aún más al escuchar eso.
"¿Podemos usarla para algo?" - preguntó.
"Por supuesto, podemos utilizarla en un proyecto de ciencias para aprender sobre minerales y su importancia en nuestra vida cotidiana" - sugirió la maestra.
Regresaron emocionados a la plaza, pero al llegar vieron que algunos chicos habían comenzado a jugar con una pelota nueva. Una que alguien había traído del centro de la ciudad. Erinson sintió un pequeño cosquilleo de celos al ver lo que tenía_, pero recordó el consejo de su madre.
"No importa lo que otros tengan. Lo que importa es compartir y disfrutar del momento".
Entonces llamó a sus amigos al ver la nueva pelota.
"¡Chicos! ¿Quieren jugar todos juntos? La pelota también es parte de la diversión!" - les dijo, extendiendo la mano hacia el grupo nuevo.
Las sonrisas brillantes regresaron, y todos empezaron a jugar juntos, cambiando la energía del juego y haciendo que todos se sintieran incluidos. Erinson se dio cuenta de que el verdadero valor de un juego no estaba en la cantidad de objetos que uno tenía, sino en cómo compartía y disfrutaba con los demás.
Cuando terminó el día, Erinson y sus amigos estaban cansados pero felices. Miraron el horizonte lleno de colores mientras el sol se ponía.
"Hoy aprendí algo muy importante" - dijo Erinson con una sonrisa. "Lo mejor de todo es compartir la diversión y crear momentos inolvidables juntos". todos asintieron y sonrieron, mientras el viento soplaba suavemente entre los árboles de Guna Prieta, recordándoles que la verdadera riqueza estaba en su comunidad, en sus amigos y en las pequeñas cosas que los unían.
Desde entonces, cada vez que jugaban en la plaza, Erinson siempre se aseguraba de invitar a todos y compartir no solo la pelota, sino también su alegría.
FIN.