El Juego de la Amistad
Era un día soleado y cuatro amigos, Milagro, Yanina, Nahuel y Bruno, estaban en la casa de Yanina jugando a su videojuego favorito. Entre risas y gritos de emoción, nunca imaginaban que lo que estaba por suceder cambiaría su tarde por completo.
"¡Mirá este nivel, es re difícil!" - dijo Milagro, mientras intentaba saltar sobre un enemigo virtual, pero terminó cayendo al suelo de la habitación.
"Dejá, yo lo paso. Vení, ayudame a entender la estrategia" - sugirió Bruno, siempre tan astuto.
"No puedo, justo me caí de nuevo. ¡Soy un desastre!" - se lamentó Milagro, ruborizándose.
"No te preocupes, Milagro. A veces hay que fallar para aprender" - le respondió Yanina, mientras desbloqueaba un nuevo poder en el juego.
Justo en ese momento, la pantalla del televisor empezó a parpadear. Un rayo de luz los envolvió y, de repente, se encontraron dentro del juego. Todo era brillante y colorido, pero también aterrador.
"¿Qué pasó?" - preguntó Nahuel, mirando a su alrededor con asombro.
"¡Estamos dentro del juego!" - gritó Bruno, intrigado. "¡Esto es increíble!"
Los cuatro amigos se miraron entre sí, sin saber si reír o asustarse. Pero rápidamente, la emoción les ganó. Yanina tomó la iniciativa.
"Bueno, si estamos aquí, ¡debemos encontrar la forma de salir!" - dijo decidida.
Emprendieron una misión para completar niveles y derrotar enemigos. En el primer nivel, se enfrentaron a criaturas que intentaban atraparlos.
"No te preocupes, Nahuel, ¡usá tu fuerza!" - aconsejó Yanina. Nahuel, con un poderoso salto, derribó a varios enemigos de un solo golpe.
"¡Bien hecho, amigo!" - exclamó Bruno. "Ahora sigamos avanzando."
Mientras pasaban de nivel, cada uno empezó a descubrir poderes especiales. Milagro, aunque torpe, podía crear tempestad de burbujas que distraían a los enemigos, y aunque a veces fallaba, sus intentos resultaban ser muy divertidos.
"¡Mirá! ¡He creado una burbuja gigante!" - dijo Milagro, mientras una enorme burbuja rebotaba y eliminaba un enemigo por accidente.
"¡Eso fue genial! ¡Funcionó sin querer!" - se rieron todos.
Por su parte, Bruno, con su brillo intelectual, diseñó un mapa en su mente y realizó estrategias para superar cada obstáculo. Al llegar al tercer nivel, encontraron un portal misterioso.
"¿Qué hacemos?" - preguntó Nahuel, mirando la entrada oscura del portal.
"Deberíamos investigar. Hay que ser valientes" - aventuró Yanina.
Al entrar al portal, se encontraron en un laberinto lleno de trampas. El ambiente era tenso y aterrador, pero la amistad entre ellos les dio fuerzas. Milagro se dio cuenta de que había que trabajar en equipo.
"Yo puedo usar mis burbujas para marcar el camino" - sugirió con una sonrisa. Todos asintieron y comenzaron a moverse juntos.
Con cada nivel superado, aprendieron que combinar sus habilidades era la clave para avanzar. De pronto, llegaron al nivel final, donde un enorme dragón guardaba la salida. Era más feroz que cualquier enemigo anterior.
"No creo que podamos derrotarlo directamente, es muy grande" - comentó Nahuel, preocupado.
"¡Podemos distraerlo!" - dijo Bruno, recordando el poder de Milagro. "Milagro, tus burbujas."
"Pero puedo fallar de nuevo..." - balbuceó Milagro.
"Justamente eso es lo que nos hace fuertes, Milagro. Todos podemos fallar, pero si no lo intentamos, no sabremos si podemos ganar" - animó Yanina.
Con una extraña mezcla de confianza y nerviosismo, Milagro creó una lluvia de burbujas brillantes. El dragón, encantado, comenzó a perseguirlas, permitiendo que Nahuel y Bruno corran hacia él. Nahuel hizo fuerza para abrir una escotilla en el suelo donde el dragón estaba distraído, y cuando Bruno lanzó su estrategia, la escotilla se cerró, atrapando al dragón.
"¡Lo hicimos!" - exclamó Nahuel, abrazando a sus amigos.
Finalmente, el dragón, que en realidad era un guardián, vio su valentía y decidió por qué no darles un regalo.
"Vuestras acciones han demostrado que la amistad y la colaboración son poderosas. Pueden salir, pero recuerden siempre lo que han aprendido aquí." - dijo el dragón.
Así, los cuatro amigos fueron teletransportados de regreso a la sala de juegos, riendo y celebrando lo que consideraron una victoria no solo en el juego, sino en su vida.
"No puedo creer que estuviéramos dentro del juego" - dijo Milagro. "¡Me sentí re fuerte en el juego aunque soy torpe!"
"Todo fue por nuestro trabajo en equipo" - explicó Bruno, sonriendo.
"Y no olvidemos que nunca hay que rendirse, ni siquiera si uno falla" - agregó Yanina, encendiendo la luz de la amistad entre ellos.
Desde ese día, cada vez que jugaban juntos, recordaban la gran aventura que tuvieron y la importancia de confiar y apoyarse mutuamente en todo momento.
FIN.