El Juego de la Amistad



Había una vez un hermoso jardín donde vivían muchos animales. En ese lugar, había un sapito llamado Benito y una mariposa llamada Margarita. Ambos eran muy amigos y les encantaba jugar juntos.

Un día soleado, Benito le propuso a Margarita jugar a las escondidas. La mariposa aceptó emocionada y comenzaron el juego. Benito cerró los ojos y empezó a contar mientras Margarita buscaba el mejor lugar para esconderse.

Pasaron los segundos, luego los minutos y finalmente Benito abrió los ojos. Miró a su alrededor pero no veía a Margarita por ningún lado. Decidió empezar la búsqueda por el arbusto de rosas que estaba cerca de ellos.

Mientras tanto, Margarita se había escondido en una flor amarilla que estaba al otro extremo del jardín. Estaba tan bien camuflada entre los pétalos que era imposible verla a simple vista.

Benito buscó por todos lados, revisando cada rincón del jardín, pero no encontraba a su amiga Maragarita por ninguna parte. Estaba empezando a preocuparse cuando escuchó una risa proveniente de la flor amarilla. - ¡Ja ja! ¡Aquí estoy, Benito! - exclamó la mariposa saliendo de su escondite con alegría.

El sapito se sorprendió gratamente al verla y sonrió de oreja a oreja. - ¡Qué buen escondite elegiste, Margarita! Me costó mucho encontrarte - dijo Benito riendo. Ambos se divirtieron durante horas jugando en el jardín.

A medida que avanzaban en el juego, descubrieron nuevos lugares para esconderse y se sorprendieron mutuamente con sus habilidades. Pero mientras jugaban, algo inesperado sucedió. Un fuerte viento comenzó a soplar y arrancó algunas hojas de los árboles.

Benito y Margarita se asustaron y buscaron un refugio para protegerse. Se metieron debajo de una gran hoja verde que los cubrió por completo. Desde allí, observaron cómo las ramas de los árboles se movían violentamente debido al viento. - ¡Qué miedo! - dijo Margarita temblando.

- No te preocupes, Margarita. Estamos juntos y seguros aquí abajo - respondió Benito tratando de tranquilizarla. Después de unos minutos, el viento cesó y todo volvió a la normalidad en el jardín.

Salieron de su escondite improvisado y continuaron jugando como si nada hubiera pasado. A medida que pasaba el tiempo, Benito y Margarita aprendieron muchas cosas jugando juntos en el jardín.

Descubrieron nuevas amistades entre otros animales del lugar, aprendieron sobre la importancia del trabajo en equipo e incluso resolvieron pequeños desacuerdos sin pelear. Con cada día que pasaba, su amistad crecía más fuerte. Juntos exploraron cada rincón del jardín y vivieron aventuras increíbles.

Y así fue como Benito el sapito y Margarita la mariposa demostraron que no importa cuán diferentes sean dos seres, siempre pueden encontrar la forma de divertirse juntos y aprender el uno del otro.

El jardín se convirtió en un lugar mágico gracias a su amistad, y todos los animales que vivían allí disfrutaban de verlos jugar y reír. Benito y Margarita demostraron que la amistad puede superar cualquier obstáculo y que siempre es mejor estar juntos, sin importar lo que suceda.

Y así, con una sonrisa en sus rostros, Benito y Margarita continuaron jugando en el jardín, creando recuerdos inolvidables mientras hacían nuevos amigos cada día.

FIN.

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