El Juego de las Puertas Mágicas



Había una vez en un pequeño pueblo una feria mágica, donde cada año se organizaba un gran evento llamado "El Juego de las Puertas Mágicas". Los niños de todo el pueblo estaban emocionados, pues el evento prometía sorpresas increíbles: detrás de tres puertas había tesoros, pero solo uno de ellos era un fabuloso pony llamado "Estrella Brillante".

Un día, tres amigos: Lucas, Sofía y Mateo, decidieron asistir juntos al evento. Al llegar, el presentador, un hombre vestido de colores brillantes, los saludó con una gran sonrisa.

"¡Bienvenidos al Juego de las Puertas Mágicas! Ustedes tienen que elegir una puerta. Detrás de una hay un pony, y detrás de las otras dos hay sorpresas menos interesantes. Luego, yo abriré una de las puertas que no eligieron y les daré la oportunidad de cambiar su elección. ¡Buena suerte!"

Sofía, que soñaba con tener un pony, miró a sus amigos.

"Yo quiero la puerta número uno".

Lucas, sonriendo, exclamó:

"Entonces yo elijo la puerta número dos!"

Mateo, un poco indeciso, optó por la puerta tres.

"¡Espero que tengamos suerte!" dijo.

El presentador comenzó a hablar nuevamente, y con una pausa dramática, decidió abrir la puerta número dos, detrás de la cual había un lindo conejo de juguete. Lucas frunció el ceño, pero Sofía saltó de alegría.

"¡Genial, ahora sabemos que el pony no está detrás de la número dos!"

Mateo, mirando a Sofía y Lucas, preguntó:

"¿Deberíamos quedarnos con nuestras elecciones o cambiar? ¿Qué creen?"

"Yo pienso que sería bueno cambiar, así tenemos más posibilidades de ganar el pony", sugirió Sofía.

"Pero, ¿y si lo que elegimos es mejor?" dijo Lucas, algo confundido.

El presentador, viendo que los niños dudaban, sonrió y les explicó:

"En este juego, cambiar realmente aumenta tus posibilidades de ganar. Desde el principio, tenías una probabilidad de 1 en 3 de elegir el pony, pero ahora que hemos revelado una puerta, tus chances cambian a 2 en 3 si decides cambiar. No lo olviden, la forma más inteligente de jugar es cambiar de elección!"

Los tres amigos comenzaron a pensar en lo que decía el presentador. Sofía estaba segura de que quería cambiar a la puerta tres.

"Yo voy a cambiar a la tres!" declaró.

Lucas, aún un poco dudoso, decidió quedarse con la dos. Mientras tanto, Mateo se enfrentaba a una difícil decisión.

"¿Qué hago? ¿Cambio o me quedo con la puerta tres?"

"¡Cambiá, Mateo! Hay más posibilidades de que ganes el pony, confía en Sofía", animó Lucas.

Finalmente, Mateo decidió seguir el consejo y cambiar a la puerta uno.

"Ok, ¡cambiaré!" dijo decidido.

El presentador, emocionado, les dijo:

"¡Muy bien, ahora grupo! Abramos las puertas que eligieron!"

Primero, abrieron la puerta número dos, que ya habían visto. El conejo de juguete sonrió a todos desde su nuevo hogar. Luego, abrieron la puerta número tres, donde Mateo eligió quedarse.

"¡Oh no!" gritó, al descubrir que detrás de la puerta había una almohada de colores.

Y ahora, por último, quedaba la puerta número uno. Todos contuvieron la respiración. El presentador la abrió, y... ¡Sorpresa! Un hermoso pony apareció, iluminando el lugar con su esplendor.

"¡Lo lograste, Sofía! ¡Es Estrella Brillante!"

Sofía no podía creer su suerte. La emoción era contagiosa; lloró de alegría mientras acariciaba a su nuevo amigo. Lucas y Mateo la felicitaban, entendiendo finalmente que cambiar su elección había sido la decisión correcta.

"¡Nunca pensé en las probabilidades así! Este fue un gran aprendizaje", comentó Lucas, sonriendo.

Así, los tres amigos aprendieron una valiosa lección sobre su elección, la suerte, y cómo a veces cambiar de opinión puede abrir puertas inesperadas.

"Un día vamos a tener que hacer nuestro propio juego de puertas", dijo Mateo, sonriendo.

"¡Y con muchas más sorpresas!" añadió Sofía entusiasmada, mientras acariciaba a su pony Estrella Brillante.

Desde aquel día, el trío se convirtió en los mejores amigos de Estrella Brillante y nunca olvidaron la importancia de evaluar las decisiones, sobre todo cuando se trataba de aprovechar las oportunidades que la vida puede ofrecer. Y así, entre risas y juegos, continuaron sus aventuras, aprendiendo siempre juntos.

FIN.

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