El juego de las verduras mágicas
de la escuela, la maestra les habló a los niños sobre la importancia de comer alimentos saludables para tener energía y mantenerse fuertes.
Carlos prestaba atención, pero en su mente solo pensaba en cómo evitar las verduras que tanto le desagradaban.
Después de la clase, mientras jugaban en el patio, Carlos se acercó a su mejor amigo Juanito y le dijo:"Juanito, ¿tú sabes cómo puedo hacer para no tener que comer verduras? No me gustan nada y siempre me hacen sentir mal". Juanito lo miró sorprendido y respondió:"Carlos, las verduras son muy importantes para nuestra salud. Nos ayudan a crecer fuertes y nos hacen sentir bien. Deberías intentar encontrar una forma divertida de comerlas".
Carlos frunció el ceño y pensó por un momento. De repente, se le iluminó el rostro con una idea brillante. "¡Ya sé! Podríamos crear un juego con las verduras. Así sería más divertido comerlas", exclamó emocionado.
Juanito sonrió ante la ocurrencia de su amigo y aceptó encantado jugar al —"Comeverduras" . Juntos fueron corriendo hacia sus casas para contarle a sus mamás sobre el nuevo juego.
Al día siguiente en el almuerzo, Carlos colocó todas las verduras en su plato: zanahorias naranjas como conejitos saltarines, brócoli verde como árboles mágicos e incluso unas espinacas verdes transformadas en superhéroes voladores. Su mamá estaba sorprendida al ver un plato tan colorido frente a su hijo.
"¿Qué te pasó Carlos? ¿Por qué de repente quieres comer verduras?", preguntó intrigada. Carlos sonrió y le explicó sobre el juego que había creado con Juanito. Le contó cómo habían transformado las verduras en personajes divertidos para hacerlas más atractivas.
Su mamá, encantada con la idea, decidió unirse al juego. Juntos crearon nuevos personajes y cada día inventaban nuevas historias mientras comían sus vegetales. Poco a poco, Carlos comenzó a disfrutar de las verduras y notó que se enfermaba menos.
Se sentía más fuerte y lleno de energía para jugar con Juanito en el patio durante los recreos. Un día, Carlos sorprendió a su mamá al pedirle una ensalada de lechuga como merienda.
Su mamá estaba tan orgullosa de él que no podía evitar sonreír mientras preparaba la deliciosa ensalada. Desde ese momento, Carlos nunca dejó de comer verduras. Aprendió que no solo eran buenas para su cuerpo, sino también sabrosas y divertidas si les daba una oportunidad.
Y así fue como Carlos descubrió el poder mágico de las verduras gracias a su ingeniosa idea y al apoyo incondicional de su mamá y amigo Juanito.
Juntos demostraron que hasta las cosas que parecen aburridas pueden convertirse en algo emocionante si se les da un toque especial. Y así termina esta historia llena de enseñanzas sobre la importancia de una alimentación saludable y cómo encontrar formas creativas para disfrutarla.
FIN.