El juego de los primos unidos



Había una vez cinco primos muy unidos: Valentina, Martina, Bruno, Nacho y Bauti. Les encantaba jugar juntos en el parque cerca de sus casas. Siempre reían, se divertían y creaban aventuras increíbles.

Un día soleado, los cinco primos decidieron jugar a las escondidas. Valentina contaría mientras los demás se escondían por el parque. Todos estaban emocionados y listos para empezar. - ¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco! ¡Allá voy! -gritó Valentina con entusiasmo.

Martina corrió hacia un árbol grande y se escondió detrás de él. Bruno decidió subirse a un tobogán para pasar desapercibido. Nacho se metió en un arbusto espeso y Bauti buscó refugio bajo una banca.

Valentina buscó por todos lados y encontró a Martina rápidamente. Luego descubrió a Bruno sin problemas. Pero cuando llegó al arbusto donde estaba Nacho, comenzaron los problemas. - ¡Te encontré, Nacho! -exclamó Valentina con alegría.

- No me encontraste porque no te toqué -dijo Nacho molesto. - Pero te vi claramente detrás del arbusto -respondió Valentina confundida. Nacho salió del arbusto cruzado de brazos y cara seria. Los otros primos se acercaron para intentar calmar la situación.

- ¿Qué pasa, Nacho? Estamos jugando tranquilos -dijo Martina preocupada. - No me gusta que digan que me encontraron si no me tocaron -explicó Nacho molesto.

Los primos discutieron un rato sobre las reglas del juego hasta que finalmente llegaron a un acuerdo: debían tocar al jugador encontrado para que realmente fuera considerado como tal. Continuaron jugando a las escondidas siguiendo las nuevas reglas acordadas. La tarde pasaba volando entre risas y diversión.

Hasta que otra situación puso a prueba su amistad: Bauti estaba tan emocionado corriendo por el parque que tropezó con Bruno, quien accidentalmente empujó a Martina haciendo que cayera al suelo. Todos quedaron sorprendidos por lo sucedido e inmediatamente comenzaron a discutir culpándose unos a otros.

- ¡Fue tu culpa por correr tan rápido! -reprochó Bruno señalando a Bauti. - No deberías haberme empujado así -se defendió Martina levantándose del suelo.

La discusión crecía cada vez más intensa hasta que Valentina intervino:- Chicos, todos cometemos errores pero lo importante es cómo reaccionamos ante ellos. En lugar de culparnos mutuamente debemos ayudarnos y asegurarnos de que nadie salga lastimado. Los primos reflexionaron sobre las palabras de Valentina y se dieron cuenta de que tenían razón.

Se disculparon entre ellos y prometieron ser más cuidadosos en el futuro para evitar accidentes como ese nuevamente. El día terminaba con abrazos sinceros y sonrisas renovadas entre los primos mientras caminaban juntos de regreso a casa.

Desde entonces aprendieron la importancia de comunicarse efectivamente, resolver conflictos pacíficamente y valorar la amistad por encima de todo. Y así continuaron viviendo muchas aventuras juntos siendo inseparables amigos para siempre.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!