El Juego de Messi y la Ciudad de los Sueños
Una cálida tarde en la ciudad de Santa Felicidad, un grupo de niños se reunió en el parque para jugar al fútbol. Cada uno tenía su propio sueño, pero había un niño en particular que brillaba con su pasión por el deporte. Se llamaba Luca.
Luca era un gran admirador de Lionel Messi y soñaba con ser tan talentoso como él. "Si tan solo pudiera jugar un partido con Messi, sería el chico más feliz del mundo", decía a sus amigos. Entre risas, sus amigos le respondían.
"¡Sí, claro! Y yo voy a ser el próximo Maradona", respondió Sofía, una niña con trenzas que siempre soñaba con hacer trucos con el balón. "No es sólo lograrlo, ¡tenés que entrenar duro!", siguió Julián, quien deseaba ser arquero.
Un día, mientras jugaban, una nube mágica apareció sobre el parque. De ella emergió la figura de Messi, brillante como el sol. Los niños se quedaron boquiabiertos.
"¡Hola, chicos!" saludó Messi con una sonrisa. "He venido aquí porque escuché que soñaban con ser grandes futbolistas."
Los niños no podían creer lo que estaba sucediendo.
"¡Es Messi! ¡Es de verdad!" gritó Luca.
"Sí, y estoy aquí para tener una charla especial con ustedes", continuó Messi. "Ustedes tienen que recordar que los sueños se logran con trabajo, dedicación y mucha diversión. Pero también hacen falta amigos y jugar en equipo. ¿Qué les parece si hacemos un juego?"
Los niños asintieron emocionados. Messi organizó un partido improvisado. Pero había una trampa. No podían jugar en el campo habitual; tendrían que enfrentarse a unos rivales mágicos: los Monstruos del Fútbol, criaturas peludas y traviesas que adoraban el juego pero que a menudo hacían trampa.
"¿Están listos para el desafío?" preguntó Messi, su voz cargada de entusiasmo.
- “¡Siiiii! ”, gritaron todos juntos.
El juego comenzó. La energía era increíble, pero pronto los Monstruos empezaron a jugar sucio, haciendo rebotar la pelota con su mágica trampa. Las cosas se ponían difíciles.
"¡Esto no es justo!" se quejó Sofía, frustrada.
"¡No podemos perder!" exclamó Julián.
Messi, viendo la angustia en los rostros de los niños, se acercó a ellos. "Chicos, el fútbol no es solo ganar; es aprender a jugar en equipo, a ser creativos y a no rendirse nunca. ¿Qué tal si hacemos una estrategia?"
Con la guía de Messi, los niños se agruparon. Decidieron que cada uno usaría su fortaleza: Sofía haría jugadas increíbles, Julián se aseguraría que los Monstruos no emboten la pelota, y Luca utilizaría su velocidad para atacar.
El partido continuó, y después de una ronda de trabajo en equipo, finalmente lograron marcar un gol contra los Monstruos del Fútbol.
"¡Lo logramos!" gritaron a coro.
Los Monstruos, admirando el esfuerzo de los niños, decidieron que harían una tregua y jugarían de manera justa. Así, el juego se volvió más divertido.
La tarde terminó con risas, juegos y un gran partido donde todos compartieron momentos de alegría. Messi se despidió de los niños. "Recuerden, siempre jueguen con el corazón y mantengan la diversión como su prioridad. Cuando sueñan y trabajan juntos, pueden lograr cosas increíbles. ¡Hasta pronto!"
Los niños volvieron a sus casa con sonrisas enormes, llenos de inspiración y un nuevo propósito. Luca miró a sus amigos y dijo: "No necesito ser como Messi, ya soy yo mismo. Y juntos podemos ser un gran equipo."
Así, en Santa Felicidad, los niños aprendieron que los sueños son posibles y que compitiendo honestamente se pueden conquistar retos, siempre en buena compañía.
FIN.