El Juego de Todos



Era un hermoso día en el parque. El sol brillaba y los pájaros cantaban. En un rinconcito del parque, jugaba una nena llamada Clara. Clara tenía ganas de jugar a la pelota. Con su pelota de colores, comenzó a lanzar la pelota al aire y atraparla de nuevo.

De repente, vio a un nene que se acercaba. Se llamaba Tomás, y traía una muñeca muy bonita en sus brazos. Clara, curiosa, lo miró y le dijo:

"¡Hola! ¿Te gustaría jugar a la pelota conmigo?"

"No puedo, estoy jugando con mi muñeca", respondió Tomás, sujetando a su muñeca como si fuera un tesoro.

Clara se entristeció un poco. Pero en vez de rendirse, decidió proponerle otra idea:

"¿Y si jugamos los dos? Podemos hacer que la muñeca también juegue a la pelota."

"¿Cómo?" preguntó Tomás, con una ceja levantada.

Clara tuvo una brillante idea:

"Podemos hacer un juego en el que la pelota pase de mano en mano. La muñeca puede ser nuestra árbitro. Ella podría contar cuántas veces pasamos la pelota antes de que se caiga. ¡Así todos ganan!"

"Eso suena divertido. ¡Vamos a probarlo!" dijo Tomás, sonriendo.

Así, Clara y Tomás comenzaron a jugar. La muñeca, que se llamaba Sofía, tenía el trabajo más importante: contar.

"Uno, dos, ¡tres!" contaba Sofía, mientras Clara y Tomás iban pasando la pelota de un lado a otro.

Todo iba muy bien, hasta que un día, la pelota se escapó y rodó muy lejos. Clara corrió detrás de ella, pero se perdió entre los árboles.

"¡Ay no! ¡Volvé, pelota!" gritó Clara.

"No te preocupes, voy a buscarla contigo," dijo Tomás.

Ambos se adentraron en el bosque, poco a poco empezando a explorar, encontrando flores de colores y mariposas que danzaban. De repente, Clara vio algo brillar entre los arbustos.

"¡Mirá! Eso parece la pelota!" exclamó.

Corrieron emocionados, pero cuando llegaron, se dieron cuenta de que la pelota estaba atrapada en una rama.

"¡Oh no! Necesitamos ayudarla a salir," dijo Tomás.

"Pero, ¿cómo?" se preocupó Clara.

Después de pensar, Tomás miró a su muñeca y tuvo una idea:

"Podemos usar la muñeca para empujarla un poco más arriba. Así, no se romperá. ¡Vamos, Sofía, a trabajar!"

Clara también pensó que podían usar ramas para hacer un pequeño catapulta. Juntos, Tuvieron un momento de creatividad y diversión, usando todo lo que encontraron a su alrededor.

Finalmente, lograron liberar a la pelota, que volvió rebotando felizmente.

"¡Lo hicimos! ¡Hurra!" gritaron juntos. Ahora, los dos estaban muy contentos de haber trabajado en equipo.

Clara sonrió y miró a Tomás:

"¿Sabés? Me gusta jugar con la muñeca y me gusta que nuestra pelota sea parte de ello también. No importa lo que juguemos, lo importante es que lo hacemos juntos."

"Tienes razón, Clara. Y podemos inventar más juegos que nos incluyan a todos. ¡Sofía también tiene que disfrutar!"

Así, Clara y Tomás continuaron creando nuevos juegos, mezclando siempre la pelota y la muñeca. Cada día era diferente y, lo más importante, se divirtieron juntos, aprendiendo que cada uno puede jugar a lo que le gusta, ¡siempre que estén dispuestos a compartir y ser creativos!

Desde ese día, nunca hubo un juego aburrido en el parque. Clara, Tomás y Sofía inventaron muchísimos juegos y siempre estaban esperándolo a su nuevo amigo, el sol, que brillaba para iluminar sus aventuras.

FIN.

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