El juego del coraje
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Ratón, vivían dos grandes amigos: Poppy, una niña curiosa y valiente, y Chip, su ratoncito parlanchín. Juntos compartían aventuras emocionantes y divertidas. Sin embargo, había algo que preocupaba a Poppy.
A pesar de ser muy amigable con todos los habitantes del pueblo, se sentía insegura a la hora de jugar con otros niños. Siempre pensaba que no era lo suficientemente buena o divertida para ellos.
Un día soleado, mientras paseaban por el parque del pueblo, Poppy le confesó a Chip sus temores. "Chip, me encantaría jugar con los demás niños del pueblo, pero siento que no encajo", dijo tristemente.
Chip miró a su amiga con ternura y le dijo: "Poppy, eres única y especial tal como eres. No necesitas cambiar para ser aceptada por los demás. Eres valiente y tienes muchas cualidades maravillosas".
Aunque las palabras de Chip reconfortaron a Poppy, aún sentía un nudo en el estómago al pensar en acercarse a otros niños para jugar. Pero Chip no se rindió tan fácilmente.
Un día mientras caminaban cerca del lago del pueblo, vieron cómo un grupo de niños jugaba al escondite detrás de los árboles. Poppy deseaba estar allí jugando con ellos pero dudaba si debía hacerlo. —"Poppy" , susurró Chip al oído de su amiga - ¿Recuerdas cuando salvaste al gatito atrapado en el árbol? Fuiste valiente y decidida.
¡Eres capaz de hacer cualquier cosa que te propongas!". Las palabras de Chip resonaron en el corazón de Poppy.
Se dio cuenta de que, al igual que había rescatado al gatito, podía superar sus miedos y jugar con los demás niños. Con una sonrisa valiente en su rostro, Poppy se acercó al grupo de niños y les preguntó si podía unirse a su juego del escondite. Los niños la miraron sorprendidos pero aceptaron encantados.
A medida que el juego avanzaba, Poppy demostró ser una excelente buscadora. Rápidamente encontraba a todos los niños escondidos detrás de los arbustos y debajo de las bancas. La risa y la diversión llenaban el aire mientras jugaban juntos.
Poppy se sentía feliz y realizada. Había superado sus miedos gracias al apoyo incondicional de Chip y había descubierto lo maravilloso que era tener amigos con quienes compartir momentos especiales.
Al finalizar el juego, todos los niños se acercaron a Poppy para felicitarla por su habilidad para encontrarlos. Uno por uno le dieron un abrazo cálido y le dijeron cuánto habían disfrutado jugar con ella.
Poppy miró a Chip con gratitud en sus ojos brillantes "Gracias por creer en mí", dijo emocionada "Sin ti, nunca hubiera tenido el valor de enfrentar mis miedos". Chip sonrió orgulloso "Siempre estaré aquí para apoyarte, querida amiga", respondió él "Recuerda siempre lo increíblemente especial que eres".
Desde aquel día, Poppy se convirtió en una niña más segura de sí misma. Jugaba felizmente con los niños del pueblo, sabiendo que su verdadero valor radicaba en ser ella misma.
Y así, Poppy y Chip siguieron viviendo muchas aventuras juntos, recordando siempre la importancia de la seguridad en uno mismo y el agradecimiento por tener amigos que te apoyen sin importar qué.
FIN.