El juego del cuidado


Te vera y Ana eran dos hermanitas muy unidas. Siempre estaban juntas, jugando y divirtiéndose. Un día, decidieron ir a la plaza con sus patines y bicicleta para pasar una tarde divertida.

Al llegar a la plaza, Te vera se puso los patines y Ana su casco para andar en bicicleta. Comenzaron a dar vueltas por el parque disfrutando del sol y de la brisa fresca que soplaba.

De repente, escucharon una voz que las llamaba desde el otro lado de la plaza. Era su amigo Tomás, quien también estaba andando en bicicleta. Se acercó a ellas sonriendo y les preguntó si querían jugar al escondite. -¡Sí! -dijeron las hermanas emocionadas.

Tomás comenzó a contar mientras Te vera y Ana se escondían detrás de los árboles y bancos del parque. Pero cuando llegó el momento de buscarlas, Tomás no podía encontrarlas por ningún lado. -¿Dónde estarán? -se preguntaba mientras miraba hacia todos lados.

Te vera y Ana se reían debajo de un banco cercano pensando lo divertido que era jugar al escondite con amigos nuevos.

Pero entonces, algo inesperado sucedió: Ana perdió el equilibrio en su bicicleta mientras intentaba esconderse detrás de un arbusto. Cayó al suelo lastimándose una rodilla. -¡Ay! Me duele mucho -dijo entre lágrimas mientras se tocaba la rodilla adolorida. Te vera corrió rápidamente hacia ella para ayudarla a levantarse del suelo. -No te preocupes, Ana.

Yo te voy a ayudar -le dijo mientras la abrazaba para calmarla. Tomás se acercó corriendo hacia ellas y preguntó qué había pasado. Te vera le explicó que su hermana se había lastimado y necesitaban ir al médico.

-¡Vamos! Yo los llevo en mi bicicleta hasta la clínica más cercana -dijo Tomás decidido. Te vera y Ana subieron a la bicicleta de Tomás y juntos fueron hasta la clínica.

Allí, el médico revisó la rodilla de Ana y le puso una curita para tapar su herida. Después del susto, volvieron a casa con una gran enseñanza: es importante tener cuidado cuando jugamos y siempre estar atentos a lo que puede pasar.

Además, aprendieron que hacer nuevos amigos también puede ser muy divertido. Desde ese día, Te vera, Ana y Tomás seguían jugando en la plaza pero ahora con más precaución. Y siempre recordaban que si algo pasaba podían contar con sus amigos para ayudarlos en cualquier situación.

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