El Juego Mágico de las Palabras



Había una vez en un pequeño colegio de Buenos Aires, una clase de español muy especial. La maestra, la señorita Ana, siempre buscaba formas creativas y divertidas para enseñar a sus alumnos.

Un día, decidió sorprenderlos con un juego de niños en la clase de español. La señorita Ana llegó al salón con una gran sonrisa y les dijo a los niños: "¡Hoy vamos a jugar al "Viaje por el Abecedario"!".

Todos los chicos se emocionaron y se sentaron en círculo en el suelo. La maestra les explicó las reglas del juego: cada niño debía decir una palabra que comenzara con la letra siguiente del abecedario.

Por ejemplo, si el primero decía "avión", el siguiente debería decir una palabra que comenzara con —"b" . Comenzaron a jugar y todos estaban muy concentrados. El primer niño dijo: "-Árbol". El segundo continuó diciendo: "-Bicicleta".

Y así siguieron uno tras otro hasta llegar a la letra —"G" . En ese momento, uno de los niños, Pedro, levantó la mano y preguntó: "-Señorita Ana, ¿podemos hacer algo diferente? ¡Es demasiado fácil!". La señorita Ana sonrió y aceptó el desafío.

Les propuso que ahora debían formar frases completas utilizando palabras que comenzaran con la letra correspondiente del abecedario. Los chicos aceptaron emocionados. Era un nuevo reto para ellos. Comenzaron nuevamente desde la letra —"A"  e iban armando frases cada vez más largas y complejas.

El primer niño dijo: "-Ana ama a los animales". El siguiente continuó: "-Beto busca bellotas bajo el banco". Y así siguieron, riendo y divirtiéndose mientras aprendían.

Llegaron a la letra —"M"  y uno de los niños, Martín, se le ocurrió algo diferente. Dijo: "-Mi mamá me mima mucho". Todos los chicos rieron y aplaudieron a Martín por su ingeniosa frase.

La señorita Ana aprovechó ese momento para explicarles que habían utilizado una figura literaria llamada aliteración, donde se repite un sonido consonante en varias palabras seguidas. Los chicos estaban fascinados con lo que estaban aprendiendo jugando. Continuaron formando frases hasta llegar a la letra —"Z" .

El último niño, Juanito, pensó detenidamente y dijo: "-Zorro zapatea zumbando zigzagueante". Todos los chicos quedaron asombrados por la creatividad de Juanito. La señorita Ana les explicó que habían utilizado una figura literaria llamada aliteración también pero esta vez con la repetición del sonido inicial de las palabras.

Al finalizar el juego, todos se sentaron en sus pupitres y aplaudieron emocionados. Habían pasado un día maravilloso aprendiendo español de una manera divertida e inspiradora.

La señorita Ana les recordó que aprender no tiene por qué ser aburrido y que siempre pueden encontrar formas creativas de hacerlo. Los chicos asintieron con entusiasmo y prometieron seguir explorando el mundo del español jugando y divirtiéndose juntos.

Desde aquel día, cada clase de español fue un nuevo desafío lleno de juegos y risas. Los niños descubrieron que aprender podía ser emocionante y que el español era un tesoro por explorar.

Y así, en ese pequeño colegio de Buenos Aires, la señorita Ana y sus alumnos demostraron que no hay límites para la creatividad y diversión al aprender.

FIN.

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