El juego más allá del campo


. Todos los días, después de la escuela, corre hacia el parque para jugar con sus amigos. Pero un día, mientras jugaba al fútbol, Ulises se tropezó y se lastimó el tobillo.

-¡Ay! ¡Me duele mucho! -gritó Ulises mientras se agarraba el pie. Sus amigos corrieron hacia él para ver qué había pasado. -¿Estás bien? -preguntaron preocupados. -No sé si puedo seguir jugando -respondió Ulises con tristeza.

Sus amigos lo ayudaron a levantarse y lo acompañaron hasta su casa. La mamá de Ulises le puso hielo en el tobillo y le dijo que descansara por unos días. Ulises se sintió muy triste porque no podía jugar al fútbol con sus amigos.

Pero su mamá le recordó que siempre hay algo que podemos hacer cuando estamos heridos o enfermos.

-Un buen amigo es aquel que te acompaña en todo momento, incluso cuando no puedes hacer las cosas que más te gustan -dijo la mamá de Ulises con una sonrisa reconfortante. Esa noche, Ulises pensó en lo que había dicho su mamá. Recordó todas las veces en las que sus amigos estuvieron a su lado cuando necesitaba ayuda.

Decidió entonces escribirles una carta para agradecerles por ser tan buenos amigos y prometió estar allí para ellos siempre también, sin importar lo que pasara. Días después, cuando ya estaba mejor del tobillo, volvió al parque para jugar con sus amigos otra vez.

Esta vez fue diferente: aunque aún no podía correr como antes, disfrutó del juego desde un lugar diferente: la banca junto a sus amigos. Los alentó, les dio consejos y se divirtió con ellos de otra manera.

Desde ese día, Ulises aprendió que la amistad es más que jugar juntos. Es estar ahí en los buenos y malos momentos, apoyarse mutuamente y compartir alegrías y tristezas.

Y así, con una sonrisa en su rostro, Ulises siguió jugando a la pelota con sus amigos por muchos años más.

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