El juez valiente y compasivo


Había una vez un juez llamado Don Mateo, que todos los días iba a tomar su café a la misma cafetería del barrio.

Era un hombre muy serio y justo en sus decisiones, pero también tenía un gran corazón y siempre ayudaba a quien lo necesitara. Una mañana soleada, mientras Don Mateo esperaba su café en la barra de la cafetería, escuchó gritos de terror.

Todos se habían levantado de golpe de sus mesas y corrían hacia la salida. Intrigado, el juez se acercó para ver qué estaba pasando. Para su sorpresa, en medio del piso había una serpiente pequeña pero venenosa que había asustado a todos los clientes.

Sin pensarlo dos veces, Don Mateo se quitó el saco y con mucho cuidado logró atrapar a la serpiente con sus manos. La sostuvo firme para evitar que escapara. -¡No se preocupen! ¡Ya tengo todo bajo control! -dijo el juez calmadamente mientras sostenía a la serpiente.

La dueña de la cafetería le agradeció enormemente por su valentía y le preguntó qué haría con la peligrosa visitante. -Primero voy a llevarla al veterinario para asegurarme de que esté bien cuidada -explicó Don Mateo-.

Luego buscaré un lugar seguro donde pueda vivir lejos de las personas. Así fue como el juez tomó un taxi con la serpiente en una caja y se dirigió hacia el veterinario más cercano.

Después de revisarla, confirmaron que estaba sana pero necesitaba un hábitat adecuado. Don Mateo decidió llevarla a un santuario de animales donde pudiera vivir libremente sin representar peligro para nadie. En el camino, empezó a pensar en cómo explicarle al dueño del santuario sobre su inusual visita.

Al llegar al santuario, el dueño quedó sorprendido al ver al respetable juez Don Mateo con una serpiente entre sus manos. -¿Qué te trae por aquí con esa amiga tan particular? -preguntó curioso el dueño del lugar.

El juez sonrió y contó toda la historia desde que vio a la serpiente en la cafetería hasta ese momento. El dueño quedó impresionado por la valentía y compasión del juez hacia un animal tan temido por muchos.

-Gracias por traerla aquí en lugar de lastimarla -dijo emocionado el dueño-. Necesitamos más personas como tú que respeten y protejan a los animales, sin importar cuán diferentes sean.

Desde ese día, Don Mateo siguió visitando regularmente el santuario para asegurarse de que tanto la serpiente como otros animales estuvieran bien cuidados. Se convirtió en un defensor no solo de la justicia entre las personas, sino también de los derechos y protección de todos los habitantes del planeta Tierra.

Y así, gracias a una inesperada visita durante su rutina diaria en la cafetería, el juez Don Mateo demostró que incluso las situaciones más inusuales pueden traer lecciones importantes sobre empatía y respeto hacia todas las formas de vida.

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