El juguete del parque



Era un día soleado en el Parque de Diversiones, y Camila, Florencia y Jaz estaban emocionadas por la aventura que les esperaba. Habían haciendo una fila larga para subirse a la montaña rusa y mientras esperaban, vieron un genial juguete nuevo en una de las casillas de juegos.

"¡Miren eso!" dijo Camila, apuntando con su dedito.

"¡Es una tablet mágica!" exclamó Jaz, con los ojos brillando de emoción.

"Yo quiero el primer turno!" gritó Florencia sin pensar.

"¡No, yo!" replicaron Camila y Jaz al unísono. Las tres comenzaron a pelearse por el juguete. Cadauna intentaba demostrar que merecía jugar primero. Sus voces subían y bajaban, y el ambiente alegre del parque se tornó tenso.

"Yo vi primero la tablet, así que me toca a mí! ” dijo Camila.

- “Pero yo tengo más puntos en la tarjeta de juegos, así que me corresponde a mí! ” argumentó Jaz.

- “¡Eso no es justo! ¡Yo le prometí a la chica de la casilla que jugaría! ” protested Florencia.

Mientras discutían, la tablet mágica brillaba en la casilla, como si estuviera esperando que alguna de ellas se diera cuenta de algo importante. De repente, un hombre mayor que estaban cerca escuchó la pelea y se acercó a las niñas.

"Chicas, ¿saben qué? A veces el juguete no vale tanto si lo compartimos entre amigos. ¿No sería más divertido jugar todas juntas?" dijo el abuelo con una sonrisa amable.

Las niñas lo miraron, dándose cuenta de que la tablet mágica no era solo un juguete, sino una oportunidad para jugar juntas.

"Pero, ¿cómo vamos a jugar todas?" preguntó Florencia, frunciendo el ceño.

"Podemos jugar en equipos. Una puede ser la que lo controle, y las otras pueden dar ideas de qué hacer con él", sugirió Jaz, pensando en voz alta.

"¡Sí! Así todas podremos jugar en diferentes turnos!" agregó Camila, emocionada.

Las niñas comenzaron a sonreír mientras hacían planes. Con la ayuda del abuelo, decidieron organizar sus turnos y las reglas del juego. Cuando la tablet llegó a sus manos, miraron las instrucciones y con el apoyo de cada una, descubrieron que podían crear un juego de aventuras en el que debían resolver acertijos y buscar tesoros escondidos.

Mientra fueron jugando y compartiendo ideas, se fueron conociendo mejor y se hicieron amigas al instante.

"¡Esto es mucho más divertido juntas!" dijo Florencia riendo.

"Totalmente!" acordó Jaz mientras se reían y disfrutaban del juego.

Cuando finalmente terminaron, el abuelo las aplaudió y les dijo: "Así se hace, amigas. La verdadera diversión está en compartir, no en pelear".

Desde ese día, Camila, Florencia y Jaz no solo se divirtieron en el parque, sino que también aprendieron una importante lección sobre la amistad y la colaboración. A veces, lo que parece valioso se vuelve aún mejor cuando lo compartimos.

FIN.

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