El Juguete Perdido y el Dibujo de Santiago



Había una vez un niño llamado Santiago, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. A Santiago le encantaba dibujar. Pasaba horas con su cuaderno de hojas blancas, creando mundos llenos de colores y personajes fantásticos.

Un día, mientras dibujaba bajo un frondoso árbol, llegó su amigo Julián. Julián era un niño aventurero, siempre buscando nuevas formas de jugar y divertirse.

"¡Santiago! Mirá lo que tengo", dijo Julián, mostrando un brillante juguete de construcción.

Santiago miró con asombro el juguete y se sintió emocionado.

"Es hermoso, Julián. Me encantaría jugar con él", respondió Santiago.

Pero entonces, Julián le dijo:

"Podés usarlo si querés, pero… ¿me prestás tus lápices de colores?"

"No, los necesito para mis dibujos. No puedo prestarlos", contestó Santiago con firmeza.

Las palabras de Santiago hicieron que Julián bajara la mirada, y después de un momento de silencio, se fue sin decir nada.

Santiago se sintió un poco mal al verlo partir.

Cuando volvió a casa, se sentó en su escritorio y comenzó a dibujar. Pero no podía concentrarse.

"Tal vez debería haber compartido mis lápices", pensó.

Después de un rato, decidió que era hora de hacer algo. Comenzó a dibujar una hermosa escena donde los dos amigos jugaban juntos, riendo bajo el sol. Al mirar su dibujo, se dio cuenta de que la amistad era más valiosa que cualquier juguete.

Al día siguiente, decidió buscar a Julián.

"Hola Julián, perdón por lo del otro día. Quiero que veas algo", le dijo Santiago.

Santiago iba con su cuaderno bajo el brazo. Al llegar, Julián lo miró con curiosidad.

"¿Qué es eso?", preguntó Julián.

"Es un dibujo de nosotros jugando. Quiero compartirlo y...", dijo Santiago con un pequeño nudo en la garganta.

"¿Y?", preguntó Julián.

"Y quiero que juguemos juntos con tus juguetes. Si me prestás un rato tu juguete, yo te prestaré mis lápices de colores", propuso Santiago.

La sonrisa volvió al rostro de Julián.

"¡Eso suena genial! Gracias, Santiago. Me gustaría que fueras parte de mi mundo de juguetes!"

Santiago y Julián pasaron la tarde construyendo un castillo de bloques y jugando con los lápices de colores que tanto le gustaban a Santiago.

Esa experiencia unió aún más su amistad.

"Hoy me di cuenta de que compartir es lo mejor, y que tus juguetes son tan importantes como mis dibujos", dijo Santiago mientras hacían un dibujo juntos de sus aventuras.

"Y eso hace que todo sea más divertido!", concluyó Julián.

Desde ese día, Santiago y Julián aprendieron a compartir no solo sus juguetes y materiales de arte, ¡sino también historias, secretos y muchas risas! Ambos se dieron cuenta de que tener buenos amigos es el verdadero tesoro, y que a veces, dar un poco de uno mismo puede crear momentos mágicos.

Y así, Santiago continuó dibujando y Julián explorando el mundo de los juguetes, siempre juntos y siempre compartiendo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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