El Karateca Juancito
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Juancito. Juancito era un chico muy energético y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras paseaba por la plaza del pueblo, vio a unos niños practicando karate y quedó fascinado. Desde ese momento, Juancito supo que quería convertirse en un gran karateca. Se acercó al profesor de karate, el Sensei Martín, y le pidió que lo entrenara.
El Sensei Martín aceptó encantado y comenzó a enseñarle los secretos de esta milenaria disciplina. Los primeros días fueron duros para Juancito. Tenía que aprender a controlar su cuerpo y su mente, a ser disciplinado y constante en su entrenamiento.
Pero con esfuerzo y dedicación, poco a poco fue mejorando sus habilidades. Un día, mientras se preparaba para su primera competencia de karate, Juancito sintió miedo. No estaba seguro de poder enfrentarse a otros niños más experimentados que él.
Pero el Sensei Martín lo tranquilizó:"Juancito, recuerda todo lo que has aprendido en tu entrenamiento. Confía en ti mismo y en tus habilidades. Lo importante no es ganar o perder, sino dar lo mejor de ti".
Con estas palabras resonando en su mente, Juancito entró al tatami con determinación. A medida que avanzaba en el torneo, sorprendió a todos con su agilidad y destreza. A pesar de los obstáculos que encontraba en cada combate, nunca se rindió.
Finalmente llegó la última pelea: Juancito contra el campeón defensor del torneo. Las miradas estaban puestas en él mientras se preparaba para el enfrentamiento final. Concentrado y enfocado, recordó las enseñanzas del Sensei Martín y se dispuso a darlo todo.
El combate fue intenso y reñido, pero Juancito demostró su valentía y determinación en cada movimiento que realizaba. Con un golpe certero logró derrotar al campeón defensor y alzarse con la victoria.
El pueblo entero estalló en aplausos y vítores ante semejante hazaña realizada por el joven karateca Juancito. El Sensei Martín se acercó a él con una sonrisa de orgullo:"¡Felicidades Juancit
FIN.