El laberinto de colores



Había una vez en la hermosa ciudad de Rabat, dos niños y niñas marroquíes llamados Amina y Ahmed. Eran amigos desde que tenían memoria y siempre se divertían juntos explorando los rincones de la ciudad.

Un día soleado, decidieron aventurarse por un camino diferente al que solían tomar para ir a jugar al parque. Sin darse cuenta, se adentraron en un laberinto de calles estrechas y coloridas donde todo lucía igual.

- ¡Creo que nos hemos perdido, Ahmed! -exclamó Amina con voz temblorosa. - No te preocupes, Amina. Seguro encontraremos el camino de vuelta -respondió Ahmed tratando de mantener la calma. Pero mientras más caminaban, más confundidos estaban.

Las horas pasaban y el sol comenzaba a esconderse en el horizonte, dejando ver las primeras estrellas en el cielo. - ¿Y si no logramos encontrar nuestro hogar? -preguntó Amina con lágrimas en los ojos. - No digas eso, Amina.

Vamos a seguir buscando juntos hasta que lo encontremos -dijo Ahmed con determinación. Decidieron entonces buscar ayuda y se acercaron a un anciano que vendía frutas en una esquina. Le contaron lo sucedido y el amable hombre les ofreció su ayuda. - Tranquilos, niños.

Conozco bien estas calles y los ayudaré a regresar a sus casas -dijo el anciano con una sonrisa reconfortante.

Caminaron juntos por laberínticas callejuelas mientras el anciano les contaba historias sobre la historia de Rabat y les enseñaba cómo orientarse en medio del caos de las calles estrechas. Finalmente, después de lo que parecieron horas interminables, llegaron al barrio donde vivían Amina y Ahmed.

Los padres de los niños estaban desesperados buscándolos por todas partes y al verlos llegar corrieron hacia ellos con lágrimas en los ojos. - ¡Gracias por traerlos de vuelta! Estábamos muy preocupados -dijeron los padres abrazando a los niños con fuerza.

Amina y Ahmed aprendieron una gran lección ese día: nunca deben aventurarse sin avisar a un adulto responsable y siempre deben prestar atención al camino que toman para no perderse. Desde ese día, prometieron cuidarse mutuamente cuando salieran a explorar nuevamente la fascinante ciudad de Rabat.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!