El laberinto de la amistad



Había una vez un grupo de amigos del colegio Luján que estaban muy aburridos y decidieron ir a jugar al fútbol en la cancha del Club Boca Juniors.

Emocionados por la idea, se encontraron frente a una cancha imponente y llena de historia. Sin embargo, mientras caminaban por los pasillos oscuros hacia los vestuarios, de repente, se cortó la luz. Todo quedó sumido en la oscuridad total.

Los chicos comenzaron a asustarse y se dieron cuenta de que estaban perdidos. - ¡Vaya, esto es más tenebroso de lo que imaginábamos! -exclamó Juanito con voz temblorosa. - Tranquilos chicos, seguro encontraremos una solución.

No podemos dejarnos vencer por el miedo -dijo Laura tratando de infundir ánimo en sus amigos. Decidieron avanzar despacio tomándose de las manos para no perderse entre las sombras. Pero cuanto más caminaban, más confundidos se sentían. Los pasillos parecían interminables y no había señales claras para encontrar el camino correcto.

De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del fondo del pasillo. Todos se miraron nerviosos y apretaron aún más fuerte las manos unos a otros. Al acercarse al origen del sonido descubrieron una pequeña puerta entreabierta.

- ¿Qué creen que haya detrás? -preguntó Martín con curiosidad pero también con cierto temor. Sin pensarlo demasiado, empujaron la puerta lentamente hasta abrirse por completo revelando una habitación iluminada. Para su sorpresa, encontraron a un anciano sentado en una silla.

- ¡Hola chicos! Soy el señor Antonio, el cuidador del estadio -dijo el anciano con una sonrisa amable-. Veo que se han perdido, ¿necesitan ayuda? Los amigos asintieron y le explicaron la situación.

El señor Antonio les contó sobre los laberintos secretos de la cancha y cómo los jugadores solían utilizarlos para entrenar su concentración y habilidades. - Pero no se preocupen, yo los guiaré hasta la salida.

Eso sí, tendrán que pasar varios desafíos para llegar allí -dijo el señor Antonio con entusiasmo. Emocionados por esta nueva aventura, aceptaron el desafío sin dudarlo. El anciano les mostró un mapa con diferentes caminos y obstáculos que debían superar.

Cada prueba estaba diseñada para enseñarles valores importantes como trabajo en equipo, perseverancia y resiliencia. A medida que avanzaban por los pasillos oscuros del estadio, enfrentaron pruebas divertidas como saltar vallas imaginarias o superar obstáculos con destreza.

Aprendieron a confiar en sí mismos y en sus compañeros mientras trabajaban juntos para resolver cada desafío. Finalmente, después de mucho esfuerzo y valentía, lograron encontrar la salida del laberinto. Salieron al campo de juego iluminado por las luces brillantes del estadio Boca Juniors.

- ¡Lo logramos! -exclamó Sofía emocionada-. Gracias señor Antonio por ayudarnos a salir de este laberinto tan tenebroso. - Ha sido un placer ayudarlos, chicos.

Recuerden que en la vida siempre habrá obstáculos y desafíos, pero si trabajan juntos y nunca se rinden, podrán superar cualquier cosa -dijo el anciano con una mirada llena de sabiduría. Los amigos se despidieron del señor Antonio con gratitud y alegría.

Regresaron a casa con una valiosa lección aprendida: no importa cuán oscuro o tenebroso parezca el camino, siempre hay luz al final del túnel si uno tiene fe en sí mismo y confía en sus amigos.

Desde aquel día, los amigos del colegio Luján recordaron esa aventura como un momento especial que les enseñó a enfrentar sus miedos y a valorar la importancia de la amistad y el trabajo en equipo. Y cada vez que juegan al fútbol juntos, recuerdan lo valientes que fueron al conquistar aquel laberinto tenebroso en el estadio Boca Juniors.

FIN.

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