El Ladrón Convertido en Vendedor



Había una vez un vendedor de chipa llamado Don Ramón, que todos los días se levantaba temprano para preparar sus deliciosas y calentitas chipas.

Era conocido en toda la ciudad por su habilidad para hacer las mejores chipas de todo el lugar. Un día soleado, Don Ramón decidió llevar su carrito de chipas a la Plaza Miserere, un lugar muy concurrido donde siempre había mucha gente. Mientras caminaba hacia allí, notó a un joven que parecía estar siguiéndolo.

El joven tenía una mirada sospechosa y llevaba puesto un sombrero grande que casi le cubría todo el rostro. Don Ramón decidió ignorarlo y continuó con su camino.

Al llegar a la plaza, comenzó a instalar su carrito y pronto se formó una larga fila de personas esperando ansiosamente por sus deliciosas chipas. En medio del bullicio de la plaza, Don Ramón sintió algo extraño en su bolsillo trasero.

Rápidamente volteó y descubrió al joven del sombrero intentando sacarle la billetera sin que él se diera cuenta. - ¡Eh! ¡Detente ahí! - exclamó Don Ramón agarrando al punga del brazo antes de que pudiera escapar.

El joven se asustó mucho y trató de soltarse, pero Don Ramón era fuerte y no lo dejaba escapar. La multitud comenzó a darse cuenta de lo que estaba pasando y se acercaron para ver qué ocurría.

- ¿Qué te crees? ¿Que puedes venir aquí a robarme? - dijo Don Ramón enfadado mientras sostenía al punga. El joven del sombrero bajó la mirada, avergonzado y sin decir una palabra. Don Ramón decidió que era momento de enseñarle una lección que nunca olvidaría.

- Escucha, muchacho - comenzó a decir Don Ramón en un tono más suave -, sé que quizás no has tenido las mismas oportunidades que otros, pero eso no justifica robar. Hay otras formas de conseguir lo que necesitas sin lastimar a los demás.

El joven levantó tímidamente la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Don Ramón. Parecía confundido y arrepentido por lo que había intentado hacer. - ¿Qué te parece si en lugar de robar, trabajas? - propuso Don Ramón -.

Puedes ayudarme con mi carrito de chipas durante el día y yo te pagaré un sueldo justo. Así aprenderás el valor del esfuerzo y podrás ganarte las cosas por ti mismo.

El joven del sombrero asintió lentamente, aún sin hablar. A partir de ese momento, comenzaron a trabajar juntos en el carrito de chipas. Don Ramón le enseñaba todos sus secretos para hacer las mejores chipas y poco a poco el joven fue aprendiendo.

Con el tiempo, el punga se convirtió en un excelente vendedor de chipa. Aprendió no solo a hacerlas sino también a tratar amablemente a los clientes y ser honesto en todo momento.

La gente comenzó a admirarlo por su cambio positivo y muchos incluso llegaron hasta la plaza Miserere solo para comprar sus chipas. Don Ramón se llenaba de orgullo al ver cómo aquel joven había dejado atrás su pasado como punga y se había convertido en un trabajador honesto.

Juntos, construyeron una gran amistad basada en el respeto y la confianza. Y así, Don Ramón y el joven del sombrero demostraron que siempre hay una oportunidad para cambiar y hacer las cosas bien.

Aprendieron que el trabajo duro, la honestidad y la amistad son valores fundamentales para triunfar en la vida.

Desde aquel día, cada vez que alguien probaba las chipas de Don Ramón, recordaban la historia del joven del sombrero y cómo había aprendido a ser una persona mejor gracias a esa lección inolvidable. Fin.

FIN.

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