El ladrón de cuentos en la playa
Había una vez, en una pequeña ciudad costera, un ladrón muy especial llamado Tino. No era un ladrón común y corriente; este ladrón tenía una pasión particular: ¡robar historias! Tino iba de lugar en lugar y, en lugar de robar dinero o joyas, se llevaba libros llenos de cuentos fantásticos.
Un día, Tino decidió dar un paseo por la playa. Mientras caminaba por la arena dorada, encontró un viejo cofre enterrado. Intrigado, se agachó y lo desenterró. Cuando lo abrió, sus ojos brillaron de emoción. ¡Dentro había un libro gigante de cuentos! Tino no podía creer su suerte.
"¡Mirá lo que encontré!" - gritó alegremente. "Un libro lleno de historias mágicas. Ahora podré compartirlas con los niños."
Así que, con el libro en sus brazos, Tino corrió hacia la escuela del barrio, donde un grupo de chicos jugaba en el patio. Los niños lo miraron con curiosidad.
"¿Qué llevas ahí, Tino?" - preguntó Sofía, una de las más pequeñas.
"Es un libro de cuentos fantásticos. ¡Y necesito que me ayuden a leerlo!" - respondió Tino con una sonrisa.
Los niños, emocionados, lo rodearon. Tino, que era muy bueno contando historias, abrió el libro y comenzó a leer.
"Había una vez un dragón que tenía miedo de volar..." - empezó.
Los niños escuchaban atentos, sus ojos relucían como si estuvieran en un mundo mágico. Mientras Tino narraba las aventuras del dragón, un viento suave comenzó a soplar, llevando las palabras del cuento volando a través del aire.
Pero, de repente, mientras leía, ocurrió algo inesperado. Un grupo de pescadores se acercó, mirándolo con desconfianza.
"¡Ese es el ladrón de cuentos!" - gritó uno de ellos. "¡Detenlo! ¡Él roba nuestras historias!"
Tino se puso nervioso, pero los niños saltaron a defenderlo.
"¡No! ¡Tino solo comparte historias! Él no roba, las da a conocer!" - afirmó Lucas, el más valiente del grupo.
Los pescadores dudaron, y Tino, viendo la oportunidad, tuvo una idea.
"Claro que sí. Los cuentos son para todos y no hay mejor lugar que aquí para compartirlos. ¿Qué les parece si les cuento una historia a ustedes también?" - propuso Tino.
Los pescadores, intrigados, se acercaron. Tino comenzó a contar una historia sobre un pez que soñaba con ser un pájaro y vivir en el cielo. Pronto, todos los adultos comenzaron a escuchar y a querer saber qué pasaría con el pez.
Tras contar la historia, los pescadores sonrieron, y uno de ellos dijo:
"Tal vez los cuentos son un tesoro más valioso que pescar. Gracias, Tino. Nos has hecho recordar lo que es soñar."
Tino se sonrojó y sonrió. Desde ese día, el ladrón de cuentos dejó de considerar su pasión como un robo. Se convirtió en el narrador oficial de la playa, compartiendo historias con los niños y con todos los que se acercaban a escuchar.
Así, cada tarde, Tino y los niños organizaban lecturas en la playa. Los pescadores también comenzaron a acercarse y, juntos, crearon una comunidad que disfrutaba de la magia de las historias.
Y colorín colorado, este cuento de ladrón que robaba historias se volvió una mágica realidad donde todos compartían y aprendían a soñar juntos.
FIN.