El ladrón de cuentos y la magia de la playa
Había una vez, en una playa llena de sol, un ladrón llamado Tobi. Pero no era un ladrón cualquiera, ¡no! Tobi había decidido robar un libro de cuentos muy especial que había encontrado en una biblioteca. Era un libro grande y colorido que prometía aventuras emocionantes.
Una tarde, mientras caminaba por la playa, Tobi se sentó sobre una roca y empezó a leer. Las palabras del libro cobraban vida y lo transportaban a un mundo mágico, lleno de héroes, hadas y dragones.
"¡Wow! Esto es increíble!", exclamó Tobi mientras miraba el mar.
Pero de repente, escuchó un grito.
"¡Ayuda! ¡Mi pelota!", gritó una niña que corría por la orilla. La pelota se había ido rodando y había caído al agua.
Tobi miró a su alrededor. Podía seguir disfrutando de su libro o ayudar a la niña. En un instante de reflexión, decidió levantarse y correr hacia ella.
"No te preocupes, yo te ayudo!", dijo Tobi, tomando valor.
Salió corriendo hacia el mar. Se zambulló y logró alcanzar la pelota antes de que se fuera muy lejos. Al salir del agua, la niña lo miró con ojos brillantes.
"¡Sos un héroe!", dijo ella, sonriendo ampliamente.
Tobi se sintió sorprendido y un poco sonrojado. Siempre había pensado que los héroes eran solo personajes de cuentos. Pero en ese momento, se dio cuenta de que podía ser un héroe también.
"Gracias, pero solo hice lo que cualquier persona haría", respondió modestamente, mientras le pasaba la pelota.
La niña se la llevó y, antes de irse, le preguntó:
"¿Por qué estás solo aquí? ¿No tienes amigos?"
Tobi sintió un nudo en su garganta. La verdad era que siempre había estado solo, y robar le había parecido más divertido que hacer amigos. Pero, por primera vez, empezó a pensar que quizás no era tan divertido después de todo.
"Estoy aquí porque... porque estaba leyendo un libro", dijo, señalando el libro que ahora estaba empapado.
La niña miró el libro y sus ojos se iluminaron.
"¡Oh! ¿Te gustan los cuentos? Yo amo los cuentos!"
Fue entonces cuando Tobi decidió abrir su corazón. Empezó a contarle sobre las aventuras que había leído, sobre los dragones y las hadas.
"Podemos leerlo juntos si querés", propuso Tobi, sintiéndose un poco nervioso pero emocionado a la vez.
La niña sonrió y sentó a su lado.
"¡Sí, por favor!".
Y así pasaron la tarde, sumergidos en historias y carcajadas. Al final del día, Tobi devolvió la pelota a la niña, y ella le dio un abrazo fuerte.
"¡Gracias por ser mi amigo!"
Tobi, con una sonrisa en el rostro, se dio cuenta de que había ganado algo mucho más valioso que cualquier tesoro: ¡una amistad!
Desde ese día, Tobi ya no era un ladrón de libros, sino un ladrón de sonrisas y cuentos, compartiendo siempre su libro mágico con nuevos amigos en la playa.
Y así, el ladrón que una vez robó un libro, se convirtió en el mejor narrador de historias de la playa, llenando los corazones de muchos con su alegría y su magia.
FIN.