El ladrón de espinas



En un maravilloso reino donde las plantas vivían como personas, cada especie tenía su propia personalidad y habilidades excepcionales. En la plaza central del Jardín Verde, todos se reunían para compartir historias y jugar. Sin embargo, en un rincón solitario del jardín, había un cactus llamado Spike, que era conocido por su carácter extraño y un pequeño problema: había empezado a robar. Aunque Spike tenía espinas que lo hacían ver un poco temido, en el fondo, era un cactus que solo quería amigos.

Un día, mientras las flores bailaban al son del viento, uno de los girasoles, que era el más querido por todos, notó que le faltaba un pétalo brillante.

- “¿Dónde está mi hermoso pétalo? ” - exclamó el girasol, mientras los demás se reunían a su alrededor.

Un pequeño tulipán, que siempre había estado atento a lo que ocurría en el jardín, dijo:

- “Yo vi a Spike cerca de donde estabas, quizás él sepa algo.”

Curiosos y un poco asustados, se acercaron a Spike.

- “Spike, ¿tú has visto el pétalo del girasol? ” - preguntó uno de los claveles, con una voz temblorosa.

Spike, que estaba intentando encajar, se asustó y quiso negarlo.

- “¡Yo no he hecho nada! ¡Nunca he robado! ” - respondió con una voz temblorosa, pero todos notaron que tenía algo brillante atrapado entre sus espinas.

Mientras tanto, la mariposa Mía, que tenía el don de entender el corazón de las plantas, se acercó con gracia.

- “Spike, ¿por qué tomaste el pétalo del girasol? ” - le preguntó suavemente.

Spike entrecerró sus espinas y suspiró.

- “No lo tomé porque quisiera hacerle daño. Solo… quería ser parte de algo. Todos son tan felices juntos y me siento tan solo.”

Los otros se miraron entre sí, comprendiendo finalmente que el cactus sólo buscaba compañía. El tulipán dio un paso adelante.

- “Spike, no necesitas robar para ser parte de nosotros. Solo tienes que ser tú mismo.”

Pero Spike no sabía cómo, así que la mariposa Mía sugirió un plan.

- “¿Y si hacemos una fiesta en tu nombre? ¡Podemos celebrar la amistad! ”

Todos se entusiasmaron con la idea. Así, juntos, comenzaron a planear la fiesta. La noche anterior, Spike se sintió nervioso. ¿Y si a nadie le gustaba?

Pero cuando llegó la noche de la fiesta, el Jardín Verde estaba iluminado con luces de luciérnagas y decorado con flores de todos los colores. Spike, sintiéndose inseguro, se quedó al margen, temiendo una vez más que no lo aceptaran.

Cuando los invitados comenzaron a llegar, todos tenían una sonrisa. El girasol, que era el más brilloso de todos, se acercó a Spike.

- “¡Spike! Gracias por dejarnos celebrar aquí. Esta es tu casa también.”

Spike sintió calidez en su interior. A medida que la fiesta avanzaba, se dio cuenta de que no estaba solo. Se encontró compartiendo risas y, por primera vez, le contó a todos su historia, cómo se sentía.

Finalmente, el girasol se acercó y le dijo:

- “Nunca más te sentirás solo. Eres parte de nuestra familia, Spike.”

Spike, con lágrimas en sus espinas de alegría, respondió:

- “Gracias a todos. No sabía que podía ser feliz sin robar.”

Desde esa noche, Spike nunca más tomó nada que no le perteneciera; en su lugar, se volvió el protector de la alegría del jardín Mantuvo su carácter especial, y aunque todavía era un poco timido, sus amigos siempre estaban allí para recordarle que la verdadera amistad no se encuentra en cosas materiales y que ser uno mismo es lo más bonito de todo.

Y así, el Jardín Verde se llenó de risas, colores y una amistad sincera, mientras Spike encontró su lugar en el mundo entre sus nuevas y queridas plantas.

Y si alguna vez visitás el Jardín Verde, atentos con los cactus; nunca sabés qué sorpresas y lecciones sobre la amistad pueden traer.

FIN.

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