El ladrón del arcoíris


Había una vez, en un lugar muy lejano, un pequeño pueblo llamado Arcoíris. Este lugar era conocido por tener el arcoíris más hermoso del mundo.

Todos los días, las personas del pueblo se maravillaban al verlo aparecer en el cielo después de la lluvia. Pero un día, algo terrible sucedió: alguien robó el arcoíris. El cielo estaba gris y triste, y todos en el pueblo estaban desesperados por encontrar una solución.

Fue entonces cuando llegó a la ciudad un joven aventurero llamado Juan. Él había oído hablar de lo que había sucedido y se ofreció para ayudar a encontrar al ladrón. "¡Hola! Soy Juan", dijo presentándose ante los habitantes del pueblo.

"He venido aquí para ayudarlos a recuperar su arcoíris". Los habitantes del pueblo se alegraron mucho con esta noticia y le dieron las gracias a Juan por querer ayudarles.

Juan comenzó su investigación visitando cada rincón del pueblo para buscar pistas sobre quién podría haber robado el arcoíris. Habló con todas las personas que encontraba en su camino, pero nadie parecía saber nada al respecto. Después de varios días buscando sin éxito, Juan decidió ir a explorar los alrededores del pueblo.

Caminó durante horas hasta llegar a una cueva escondida detrás de unas rocas grandes. Al entrar en la cueva, descubrió que alguien vivía allí adentro: era un anciano solitario llamado José quien tenía muchos objetos brillantes guardados dentro de ella.

"¿Por qué tienes tantos objetos brillantes guardados aquí?", preguntó Juan. "Son mis tesoros", respondió el anciano. "Los he coleccionado a lo largo de mi vida".

Juan notó que uno de los objetos era un cristal multicolor y brillante, muy parecido al arcoíris. Sospechando que este podría ser el objeto robado, decidió preguntarle directamente al anciano si sabía algo sobre su desaparición.

"Disculpa la pregunta, pero ¿tú sabes algo sobre el robo del arcoíris?", le preguntó Juan. El anciano se quedó en silencio por un momento antes de responder: "Sí, fui yo quien lo robé. Lo hice porque quería tenerlo para mí solo".

Juan explicó al anciano que había cometido un error al tomar algo que pertenecía a todos los habitantes del pueblo. Le pidió que devolviera el arcoíris para que pudiera regresar a su lugar en el cielo y hacer felices a las personas una vez más.

Después de hablar con Juan, José entendió la gravedad de su acción y decidió devolver el cristal multicolor. Junto con Juan, llevó el objeto hasta la plaza principal del pueblo y lo colocaron en un pedestal para que todos pudieran verlo.

Y así fue como gracias a la valentía e inteligencia de Juan, el arcoíris volvió a aparecer en el cielo cada vez que llovía.

Los habitantes del pueblo estaban muy contentos y decidieron nombrar a Juan como héroe del Arcoíris por siempre jamás.

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