El lago de la amistad
Había una vez una niña pequeña llamada Lola que vivía en una cabaña ubicada a las orillas de un hermoso lago.
En su pequeño hogar, Lola tenía dos compañeros muy especiales: un caballo llamado Pegaso y un perro travieso llamado Max. Lola y Pegaso eran inseparables. Juntos, recorrían los alrededores del lago, explorando cada rincón y disfrutando de la naturaleza. Pegaso era un caballo valiente y fuerte, pero también muy amable con Lola.
La niña se sentía segura cuando montaba sobre su espalda, sintiendo el viento fresco acariciando su rostro mientras galopaban por los campos verdes. Max, por otro lado, era todo lo contrario a Pegaso. Era juguetón y siempre estaba lleno de energía.
A veces hacía travesuras como robar comida o desordenar la cabaña de Lola, pero ella no podía evitar reírse ante las ocurrencias del perrito.
Un día soleado, mientras paseaban por el bosque cercano al lago, Lola escuchó unos ruidos extraños provenientes de unos arbustos cercanos. Curiosa como siempre, decidió ir a investigar junto con Pegaso y Max.
Al llegar al lugar donde provenían los ruidos, encontraron a una pequeña cría de ciervo atrapada entre las ramas de un árbol caído. El animalito estaba asustado y no podía liberarse por sí mismo. Lola se acercó lentamente al ciervo para no asustarlo aún más. Con mucho cuidado logró desenredarlo de las ramas y lo sostuvo en sus brazos.
El ciervo miró a Lola con gratitud y se fue corriendo hacia el bosque. -¡Lola, salvaste al ciervo! ¡Eres una heroína! -exclamó Max emocionado. -Sí, pero no podría haberlo hecho sin la ayuda de Pegaso.
Él me trajo hasta aquí rápido -respondió Lola, acariciando el cuello del caballo. Desde aquel día, Lola se convirtió en la protectora del lago y sus habitantes.
Junto a Pegaso y Max, recogían basura que encontraban flotando en el agua y cuidaban de los animales que vivían cerca. Un día, mientras paseaban por el lago, Lola descubrió algo muy preocupante: grandes cantidades de basura habían sido arrojadas al agua por personas irresponsables. Esto entristeció mucho a Lola y decidió tomar acción.
Con la ayuda de su fiel caballo Pegaso y su leal perro Max, comenzaron una campaña para concientizar sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.
Colocaron carteles recordándole a todos que debían mantener limpio el lago y enseñaron a otros niños sobre cómo reciclar correctamente. Poco a poco, gracias al esfuerzo conjunto de Lola, Pegaso y Max, las personas comenzaron a darse cuenta de la importancia de proteger el lago.
Pronto se unieron más voluntarios dispuestos a ayudar en las tareas de limpieza. El lago volvió a brillar como antes y los animales regresaron felices a su hogar. Todos reconocieron a Lola como una verdadera heroína y la llamaron "La Guardiana del Lago".
Lola, Pegaso y Max demostraron que, sin importar cuán pequeños seamos, siempre podemos hacer grandes cambios en el mundo. Su amor por la naturaleza y su valentía inspiraron a otros a cuidar de nuestro planeta.
Y así, gracias a esta pequeña niña con un caballo y un perro, el lago se convirtió en un lugar lleno de vida, donde todos aprendieron la importancia de proteger y amar nuestro hogar: la Tierra.
FIN.