El lago de la inclusión



Beto era un niño con discapacidad que vivía en un pueblo rodeado de un hermoso lago.

A pesar de su enorme deseo de jugar con los demás niños en el agua, se sentía triste y excluido porque no podía hacerlo de la misma manera. Los niños nadaban, saltaban y se divertían, pero Beto solo podía observar desde la orilla con un sentimiento de soledad. Un día, llegó al pueblo un nuevo niño llamado Martín.

Martín era muy amigable y rápidamente se acercó a Beto. A pesar de las diferencias, Martín no veía a Beto como alguien diferente, sino como un amigo potencial. -Hola, ¿cómo te llamas? -preguntó Martín con una gran sonrisa.

-Soy Beto, pero no puedo jugar como los demás niños. -respondió Beto con tristeza. -No te preocupes, ¡encontraremos la manera de divertirnos juntos! -dijo Martín con entusiasmo. Juntos, idearon distintas maneras para que Beto pudiera disfrutar del lago y sentirse incluido.

Construyeron una silla especial que flotaba en el agua, adaptaron juegos para que todos pudieran participar y organizaron divertidas competencias donde Beto también podía demostrar sus habilidades.

Pronto, todos los niños del pueblo se unieron a la diversión, descubriendo que la inclusión y la amistad son mucho más importantes que las diferencias. Beto estaba radiante, finalmente se sentía parte del grupo y su sonrisa iluminaba cada rincón del lago.

Desde ese día, el lago se convirtió en un lugar donde todos los niños, sin importar sus capacidades, podían disfrutar juntos. La amistad de Beto y Martín demostró que con empatía, creatividad y un corazón abierto, cualquier barrera puede ser superada.

FIN.

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