El Lago de los Sueños



Había una vez, en un valle lejano, un lago mágico llamado el Lago de los Sueños. Sus aguas eran tan claras que se podía ver hasta el fondo, donde nadaban seres fantásticos como sirenas, peces voladores y tortugas cantoras. Todos los días, los niños del pueblo cercano solían acercarse a sus orillas para escuchar las historias de los habitantes del lago.

Un día, una niña llamada Sofía llegó al lago. Ella era bastante tímida y difícilmente se atrevía a hablar con los demás. Mientras soñaba con lo que podría ser su vida, notó que había algo brillante en el agua. Se asomó y vio a una sirena de cabello largo y azul.

"Hola, Sofía. Soy Marina, la sirena del Lago de los Sueños. ¿Por qué estás tan triste?" - le preguntó.

"No estoy triste, solo... no sé si tengo algo especial dentro de mí. A veces siento que no encajo en ningún lado" - respondió Sofía con un suspiro.

"¡Eso no puede ser! Todos tenemos algo especial. Ven, acompáñame a descubrirlo" - dijo Marina, mientras agitaba su cola brillante.

Curiosa, Sofía aceptó. Marina la llevó a un rincón secreto del lago, donde las aguas resplandecían como estrellas.

"Aquí, cada ser tiene un don especial. Yo puedo cantar y atraer a los peces a la orilla. ¿Sabes qué regalo tienes, Sofía?" - inquirió la sirena.

"No lo sé..." - murmuró Sofía, dudando de sí misma.

Marina simuló que estaba reflexionando y, después de un momento, dijo:

"Vamos a hacer un juego. Trata de encontrar la cosa que más amas y, juntos, la transformaremos en un regalo para el lago. Puede ser cualquier cosa: un talento, un deseo, lo que sea."

Sofía pensó en su amor por la pintura.

"Me gusta pintar paisajes y dibujar cosas hermosas..." - dijo, con un brillo en sus ojos.

"¡Perfecto!" - exclamó Marina. "A partir de ahora, cada vez que pintes un paisaje, el lago lo reflejará. Vamos, ¡intentémoslo!" La sirena guió a Sofía hasta un rincón donde las flores florecían. Sofía sacó sus lápices de colores y comenzó a dibujar.

Al poco tiempo, una imagen vibrante y alegre apareció en la orilla del lago. Cuando Sofía terminó, miró a su alrededor. ¡El lago brillaba ahora más que nunca! Las aguas vibraban y florecían con colores que nunca había visto.

"¡Increíble! ¡Me encanta!" - gritó Sofía emocionada.

"Así es, porque ahora tu don es parte del lago. Recuerda, siempre lleva contigo esta magia a donde vayas. Nunca dudes de ti misma" - le dijo Marina, sonriendo.

Contenta, Sofía empezó a visitar el lago todos los días, trayendo nuevos dibujos y colores. La gente del pueblo comenzó a notar lo que sucedía, y un día, un grupo de niños se acercó a preguntar sobre el lago.

"¿Por qué brilla tanto, Sofía?" - preguntó uno de ellos.

"Porque tiene algo especial, algo que todos podemos descubrir" - respondió Sofía, ahora con confianza.

Así, los niños comenzaron a explorar sus propios talentos. Unos cantaban, otros bailaban, y cada nuevo día, el lago se llenaba de risas y colores. Pero un día, un niño llamado Lucas llegó muy triste.

"No sé hacer nada especial" - dijo, mirando al suelo.

Sofía se acercó y le sonrió.

"¿Has probado a compartir algo tuyo? Cada uno tiene un regalo, por más pequeño que parezca. A veces, tu don puede ser simplemente tu forma de ser" - le aseguró Sofía. Lucas pensó por un momento y, tras un rato, empezó a contar historias.

Marina y Sofía escucharon con atención. Impresionados por cómo podía hacer que sus palabras cobraran vida, el lago comenzó a brillar aún más.

"Miren, ¡su don también es parte del lago!" - sentenció Marina con satisfacción.

Desde ese día, todos los niños del pueblo encontraron su regazo especial a través del lago. Crearon un mundo de risas, colores, historias y canciones, donde todos eran bienvenidos.

Y así, el Lago de los Sueños se convirtió en un lugar donde cada niño descubría algo especial sobre sí mismo, recordándoles que ser único es lo más extraordinario.

El tiempo pasó y Sofía creció, pero cada vez que volvía al lago la abrazaba con la misma calidez de antes. Y aunque muchos niños visitaron el lago con su propio amor y personalidad, la magia siempre estuvo allí, esperando ser descubierta.

Y colorín, colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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