El Lago de los Sueños



Era un día soleado en la ciudad de Azul y Lucas, un niño de diez años, estaba emocionado por ir a pescar con su papá. Se despertó muy temprano y su padre ya lo estaba esperando en la puerta con un gran sonrisa y una canasta llena de aparejos de pesca.

"¡Listo para la aventura, campeón!" - dijo su papá, mientras le daba una palmada en la espalda.

"¡Sí! ¡No puedo esperar a pescar el pez más grande del lago!" - contestó Lucas, saltando de alegría.

Ambos subieron al auto y se dirigieron al lago cercano, un lugar que siempre había sido especial para ellos. Una vez allí, prepararon el bote y comenzaron a navegar por las tranquillas aguas cristalinas del lago. Todo era felicidad y risas mientras lanzaban sus cañas.

"¿Quién creés que va a pescar más?" - preguntó el padre con picardía.

"¡Yo! Apuesto a que voy a atrapar un pez enorme, te vas a sorprender" - respondió Lucas, riéndose.

Pasaron las horas, llenos de alegría y contando historias. Sin embargo, al adentrarse en el lago, una extraña sensación comenzó a invadir el aire. Se sentía una tensión, pero Lucas, entusiasmado, no le prestó atención. Luego, todo cambió.

Un estruendo rompió la tranquilidad del día. Un gran cocodrilo emergió del agua, asomando su enorme cabeza justo al lado del bote.

"¡Papá, mirá eso!" - exclamó Lucas, apuntando.

Pero antes de que pudieran reaccionar, el cocodrilo avanzó con rapidez. Un chasquido aterrador llenó el aire y, en un instante, su padre fue arrebatado del bote.

"¡Papá!" - gritó Lucas, con el corazón latiendo a mil por hora, mientras veía como su padre intentaba aferrarse al borde del bote.

Pero el cocodrilo fue más rápido. En un abrir y cerrar de ojos, lo arrastró hacia las profundidades del lago. Lucas quedó solo, temblando y con lágrimas en los ojos. Miraba hacia el agua, gritando por ayuda.

"¡Papá! ¡Volvé!" - suplicó, mientras se sintió atrapado en un manto de terror.

El niño estaba completamente aterrado, pero sabía que debía mantener la calma. Mientras el bote se movía suavemente de un lado a otro, recordó las enseñanzas de su papá sobre la pesca y cómo nunca debía rendirse. Se sentó y respiró hondo.

"Debo pensar en un plan" - murmuró.

En la canasta de pesca encontró cañas, cebos y, por suerte, un teléfono satelital. Su padre siempre le decía que en momentos difíciles, no había que autoboyudarse. Entonces decidió usarlo.

"Esto es por mi papá" - se dijo a sí mismo mientras marcaba el número de emergencia.

Una voz respondió al otro lado, y Lucas explicó lo que había sucedido, sintiendo un poco de esperanza al saber que pronto habría ayuda en camino.

Mientras esperaba, comenzó a recordar todo lo que su papá le había enseñado. Recordó cómo pescar, cómo estar tranquilo incluso cuando las cosas se ponían difíciles. Decidió buscar el camino de vuelta a la orilla, remando con todas sus fuerzas.

"¡Voy a volver!" - se gritó para estar más motivado.

Después de varios intentos, Lucas logró acercarse a la orilla. Cuando finalmente llegó, se lanzó a la tierra firme y grito pidiendo ayuda. A poco, un grupo de pescadores escuchó su llamado y corrieron hacia él.

Uno de los hombres se agachó y lo abrazó,

"Que bueno que estas bien, pibe. Contanos qué pasó."

Lucas, aún tembloroso, relató la historia a los pescadores, y juntos esperaron a que llegara la ayuda.

Con el corazón lleno de incertidumbre por su padre, Lucas se dio cuenta de que tenía que ser fuerte, tal como su papá siempre le había enseñado. Había superado este terrible momento y comenzó a buscar la forma de mantener viva la memoria de su padre.

Al poco tiempo, los rescatistas llegaron, y el grupo ayudó a Lucas a dar la noticia y buscar a su padre con esperanza en el corazón. Aunque las circunstancias eran difíciles, Lucas sabía que su padre siempre estaría a su lado, guiándolo en cada paso.

El lago, que alguna vez había sido solo un lugar de diversión y serenidad, se convirtió en un símbolo de valentía y amor en su vida. Años después, Lucas seguía yendo al lago, no solo a pescar, sino también a recordar a su padre y todo lo que había aprendido de él.

Así, aquel niño pequeño, aunque había vivido un momento aterrador, encontró en su valentía un nuevo camino, creciendo y recordando siempre con amor. Sabía que tenía que seguir adelante y disfrutar cada momento, honrando la memoria de su papá.

"¡Siempre te llevaré en mi corazón!" - susurró Lucas al lago una tarde mientras lanzaba su anzuelo, sonriendo ante la vista brillante del atardecer.

Y así, la leyenda de Lucas y el lago se convirtió en parte de su historia familiar, recordando que siempre hay esperanza y fuerza, incluso en los momentos más oscuros.

FIN.

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