El lago del cocodrilo pacífico
Había una vez un niño llamado Nacho que vivía en la ciudad, pero siempre esperaba con ansias las vacaciones para poder ir a visitar la quinta de su abuelo en el campo.
Era un lugar maravilloso lleno de árboles frutales y animales curiosos. Un día, después de desayunar unos ricos panqueques con dulce de leche hecho por su abuelita, Nacho decidió ir a pescar al pequeño lago que se encontraba detrás de la casa.
Tomó su caña de pescar y comenzó a caminar hacia allí. Al llegar al lago, Nacho se sorprendió al ver algo inusual flotando en el agua. ¡Era un cocodrilo! El corazón del niño empezó a latir más rápido y no sabía qué hacer.
Estaba asustado pero también fascinado por aquel extraño visitante. -¡Abuelito! ¡Ven rápido! ¡Hay un cocodrilo en el lago! -gritó Nacho mientras agitaba los brazos para llamar la atención de su abuelo.
El abuelo salió corriendo desde la casa y llegó hasta donde estaba Nacho. Al ver al cocodrilo, el abuelito también se impresionó. -¡Vaya, vaya! Nunca había visto uno tan cerca -dijo el abuelo mientras observaba cautelosamente al animal-. Es importante mantenernos seguros, Nachito.
No debemos acercarnos demasiado ni provocarlo. Nacho asintió con temor mientras ambos decidieron buscar una solución pacífica para alejar al cocodrilo del lago sin hacerle daño. Se acercaron a la orilla y empezaron a lanzar piedras cerca del animal para asustarlo.
Pero el cocodrilo no se movía ni un centímetro, parecía estar disfrutando de su baño en el lago. Nacho y su abuelo quedaron perplejos ante la falta de reacción del reptil. -¡Vamos a necesitar ayuda! -dijo el abuelo-.
Iré a buscar al guardabosques del pueblo para que nos ayude con esta situación. El abuelito salió corriendo nuevamente hacia la casa mientras Nacho seguía observando al cocodrilo con cautela.
Pasaron algunos minutos hasta que regresó junto al guardabosques llamado Don Tito. Don Tito era un hombre amable y conocedor de los animales del lugar. Analizó detenidamente la situación y decidió poner en marcha un plan ingenioso. -Lo primero es mantenernos tranquilos -explicó Don Tito-.
Los cocodrilos son animales curiosos pero generalmente no atacan si no se sienten amenazados. Vamos a intentar distraerlo para que se aleje por sí solo. Nacho y su abuelo siguieron las instrucciones de Don Tito.
Empezaron a hacer ruidos fuertes, golpear palmas y silbar, tratando de llamar la atención del cocodrilo hacia otro lado. Poco a poco, el cocodrilo comenzó a moverse hacia una dirección diferente, alejándose lentamente del lago.
Nacho, su abuelo y Don Tito suspiraron aliviados cuando finalmente vieron al reptil desaparecer en la distancia. -¡Lo logramos! -exclamó Nacho emocionado-. Gracias, Don Tito, por ayudarnos a resolver este problema sin lastimar al cocodrilo. -De nada, Nachito.
Siempre es mejor buscar soluciones pacíficas y respetuosas con los animales. Ellos también merecen vivir en su hábitat natural sin ser dañados -respondió Don Tito con una sonrisa. Desde aquel día, Nacho aprendió la importancia de tratar a los animales con cuidado y respeto.
Cada vez que visitaba la quinta del abuelo, recordaba aquel encuentro con el cocodrilo y se aseguraba de disfrutar de la naturaleza sin perturbarla.
Y así, Nacho aprendió una valiosa lección: todos podemos convivir en armonía si nos esforzamos por entender a los demás y encontrar soluciones pacíficas.
FIN.