El lago del dinosaurio



Había una vez, en un lejano y misterioso bosque, un grupo de peces muy aventureros llamados Pepito, Anita y Tomás. Estos tres amigos siempre buscaban nuevas emociones y lugares para explorar.

Un día, mientras nadaban por el río, vieron algo que los dejó sin aliento: ¡un gigantesco dinosaurio! El dinosaurio era tan grande como una montaña y tenía escamas brillantes que parecían espejos.

Pero lo más sorprendente de todo era que en su espalda había un pequeño lago con agua cristalina. Los peces no podían creer lo que veían. "¡Miren eso! ¡Un lago sobre la espalda del dinosaurio!" exclamó Pepito emocionado. "¡Es asombroso! Nunca hemos visto algo así", dijo Anita maravillada.

Sin pensarlo dos veces, nuestros valientes amigos decidieron subirse a la espalda del dinosaurio para explorar ese increíble lago. Era una tarea difícil para unos pequeños peces nadar hasta allá arriba, pero no se iban a rendir tan fácilmente.

Con mucho esfuerzo y trabajo en equipo, lograron llegar a la cima del dinosaurio. Fue entonces cuando descubrieron algo aún más sorprendente: el lago estaba lleno de plantas exóticas y coloridos corales submarinos. "¡Esto es impresionante!", exclamó Tomás admirado.

Los peces comenzaron a nadar entre las plantas acuáticas mientras exploraban cada rincón del lago flotante. Allí encontraron nuevos amigos como tortugas risueñas y ranas saltarinas que vivían en armonía con el dinosaurio.

Pero la aventura no iba a ser tan fácil como parecía. Un día, mientras los peces jugaban cerca de una cascada, el dinosaurio comenzó a moverse bruscamente. El agua del lago se agitaba y nuestros amigos estaban asustados.

"¡Tenemos que aferrarnos fuerte para no caernos!" gritó Pepito. Los peces nadaron rápidamente hacia las escamas del dinosaurio y se agarraron con todas sus fuerzas. El gigantesco animal estaba huyendo de un volcán en erupción y ellos estaban en medio de la acción.

A medida que avanzaban, el paisaje cambiaba rápidamente: árboles cayendo, lava caliente y cenizas por todas partes. Pero nuestros valientes amigos no perdieron la esperanza y siguieron nadando con determinación. Finalmente, lograron llegar a un lugar seguro lejos del peligro.

Estaban cansados pero felices de haber sobrevivido a esa increíble aventura. "¡Lo logramos! ¡Sobrevivimos al volcán!", exclamó Anita emocionada. "Hemos demostrado que juntos podemos superar cualquier obstáculo", dijo Tomás orgulloso.

Después de ese desafiante viaje, los peces decidieron quedarse en la espalda del dinosaurio para siempre. Aprendieron que la amistad y el trabajo en equipo son fundamentales para enfrentar cualquier dificultad. Además, descubrieron que siempre hay lugares maravillosos por explorar si uno se atreve a soñar en grande.

Y así fue como Pepito, Anita y Tomás vivieron felices y aventureros sobre la espalda del gigantesco dinosaurio, convirtiéndose en los peces más valientes y audaces de todo el bosque.

FIN.

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