El lago encantado


Había una vez un bebé llamado Said, que vivía junto a su mamá Estefania y su papá Mario en una hermosa casita en el campo.

Un día soleado, decidieron salir de paseo para explorar los alrededores y disfrutar de la naturaleza. Said estaba muy emocionado por su primera aventura fuera de casa. Mamá Estefania preparó una canasta con deliciosos bocadillos y Papá Mario se aseguró de llevar suficiente agua para todos.

Juntos, salieron caminando por un sendero rodeado de árboles frondosos y flores coloridas. El camino era largo, pero eso no les importaba, ya que iban cantando canciones alegres mientras disfrutaban del paisaje. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del arbusto cercano.

- ¿Qué será eso? - preguntó curioso Said. - No estoy seguro, hijo. Vamos a investigar - respondió Papá Mario con intriga. Con mucho cuidado, se acercaron al arbusto y descubrieron a un pequeño conejito asustado atrapado entre las ramas espinosas.

Mamá Estefania tomó al conejito en sus manos con delicadeza. - Pobrecito conejito, debemos ayudarlo - dijo ella compasivamente. Decidieron llevarlo a casa para cuidarlo hasta que estuviera listo para volver a la naturaleza.

Durante varios días, Said aprendió sobre el amor y la responsabilidad al ayudar a alimentar y cuidar al conejito junto a sus padres. Un día soleado como aquel en el que encontraron al conejito, decidieron llevarlo de vuelta al bosque para que pudiera vivir libremente.

Said estaba un poco triste por tener que despedirse de su nuevo amigo, pero sabía que era lo mejor para él. - Te extrañaremos, conejito. Siempre te recordaremos - dijo Said con una pequeña lágrima en sus ojos.

Al dejar al conejito en el bosque, algo mágico sucedió. De repente, apareció una mariposa brillante y comenzó a volar alrededor de ellos. La mariposa se posó sobre el hombro de Said y les indicó que la siguieran.

Intrigados, siguieron a la mariposa hasta llegar a un hermoso lago rodeado de flores multicolores. Allí encontraron a otros animales del bosque: ardillas jugando en los árboles, pájaros cantando melodías encantadoras y libélulas zumbando cerca del agua.

- ¡Es increíble! Nunca imaginé que existiera un lugar tan hermoso - exclamó Mamá Estefania emocionada. Said sonrió feliz mientras observaba todo a su alrededor. Era como si hubieran descubierto un mundo mágico escondido en medio del bosque.

Jugaron y se divirtieron durante horas junto a los animales, creando recuerdos inolvidables. Finalmente, cuando llegó la hora de regresar a casa, prometieron volver al lago siempre que pudieran para disfrutar nuevamente de aquel lugar especial.

Y así fue como Said aprendió la importancia de cuidar y proteger la naturaleza, valorar las amistades y explorar nuevos lugares llenos de sorpresas.

Desde aquel día, Said, Mamá Estefania y Papá Mario se convirtieron en los guardianes del lago mágico, asegurándose de cuidarlo y preservarlo para las futuras generaciones. Y cada vez que paseaban juntos, recordaban la maravillosa aventura que vivieron y el amor que compartían como familia.

Y así termina nuestro cuento, con una lección de amor por la naturaleza y la importancia de cuidarla. Porque todos podemos hacer pequeñas acciones para proteger nuestro entorno y crear un mundo mejor para todos.

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