El lago encantado


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Jessi. Jessi era una niña alegre y curiosa, siempre buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, vio a un niño nuevo que se había mudado al pueblo. Era alto, de cabello oscuro y ojos brillantes. Jessi sintió algo especial al verlo y decidió acercarse a él. Se llamaba Matías y también tenía la misma edad que Jessi.

Desde ese momento, se volvieron inseparables. Juntos exploraban el pueblo, descubriendo nuevos lugares e inventando juegos divertidos. Con el paso del tiempo, Jessi comenzó a sentir algo diferente por Matías.

Su corazón latía más rápido cuando estaba cerca de él y no podía evitar sonreír cada vez que lo veía. Sin embargo, no sabía cómo expresar sus sentimientos. Un día, mientras caminaban por el bosque cercano al pueblo, encontraron un hermoso lago rodeado de flores silvestres.

Era un lugar mágico donde los pájaros cantaban melodías encantadoras. - ¡Es tan hermoso! - exclamó Jessi emocionada. - Sí, es como si estuviéramos en otro mundo - respondió Matías maravillado.

Ese momento fue perfecto para que Jessi decidiera confesarle sus sentimientos a Matías. Pero justo cuando iba a hablarle, escucharon unos ruidos extraños provenientes del otro lado del lago. Intrigados por los ruidos misteriosos, se acercaron sigilosamente hasta encontrar una pequeña cueva escondida entre los árboles.

Con valentía, decidieron entrar para descubrir qué había dentro. Lo que encontraron los dejó boquiabiertos. Era un grupo de animales del bosque que estaban en problemas.

Había un conejito atrapado en una red y unos pajaritos asustados que no podían volar debido a sus alas lastimadas. Jessi y Matías no dudaron ni un segundo en ayudar a los animales. Con cuidado, liberaron al conejito y curaron las alas de los pajaritos usando hojas suaves como vendas improvisadas.

Los animales agradecidos comenzaron a cantar melodías felices mientras saltaban y volaban por el bosque. Jessi y Matías se miraron sonrientes, sintiendo en su corazón una gran satisfacción por haber ayudado a esos pequeños seres indefensos.

- Eso fue increíble - dijo Jessi emocionada. - Sí, juntos podemos hacer cosas maravillosas - respondió Matías con admiración. En ese momento, Jessi supo que su primer amor era más que solo un sentimiento romántico.

Era la conexión especial que tenía con Matías al trabajar juntos para hacer el bien y ayudar a otros seres vivos. Desde aquel día, Jessi y Matías siguieron siendo grandes amigos y continuaron explorando el mundo juntos.

Aprendieron la importancia de cuidar el medio ambiente y proteger a todos los seres vivos que habitan en él. Y así, Jessi descubrió que el amor puede manifestarse de diferentes formas: amistad, solidaridad y compasión hacia los demás.

Y aunque nunca tuvo la oportunidad de decirle a Matías que era su primer amor, lo llevó siempre en su corazón como un recuerdo especial de su infancia. Fin.

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