El lanzador de piedras y la casa misteriosa



En un pequeño pueblo donde todos se conocían, vivía un niño llamado Lucas, apodado "el lanzador de piedras". Desde muy pequeño, Lucas había descubierto que era muy bueno lanzando piedras, ya que había aprendido a hacerlo con precisión durante sus juegos en el parque. Con el tiempo, su habilidad se había transformado en un talento local y todos los chicos del barrio lo llamaban para jugar a los dardos, aunque él prefería hacer trucos con sus lanzamientos.

Una tarde, mientras practicaba sus lanzamientos en un claro del bosque, escuchó unos ruidos extraños que venían de una casa lejana y abandonada. Con su curiosidad a cuestas, decidió acercarse para investigar.

"Quizás haya algo interesante ahí," pensó mientras se acerca sigilosamente.

Al llegar, se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta. Lucas se asomó y vio una luz parpadeando en el interior. Intrigado, se asomó más y, de repente, escuchó voces.

"- ¡No lo puedo creer! Aquí no hay nada de valor!" dijo un hombre con voz ronca.

"- Pero podemos buscar en la habitación de arriba, seguramente ahí encontrará algo bueno." contestó otro, más emocionado.

Lucas sintió un escalofrío. "¡Esos son ladrones!", pensó. Entonces, recordó sus lanzamientos de piedras. Pero en lugar de reaccionar de forma impulsiva, decidió dar un paso atrás y pensar en cómo ayudar a los vecinos.

"Debo avisar a alguien", murmuró. Así que salió corriendo hasta la casa del señor Gómez, el cartero del pueblo, conocido por ser una persona sabia y siempre dispuesta a ayudar a los demás.

"- Señor Gómez, necesito su ayuda. Acabo de ver a unos ladrones en la casa abandonada. Creo que quieren robar!" - dijo Lucas con voz temblorosa.

"- Muy bien, muchacho. Vamos a ver qué podemos hacer. Pero necesitamos hacer las cosas con cuidado," respondió el señor Gómez con seriedad. Juntos decidieron llamar a las autoridades, quienes llegaron rápidamente.

Mientras tanto, Lucas se mantenía a una distancia prudente y utilizaba su habilidad para lanzar piedras. No para lastimar a nadie, sino para distraer a los ladrones. Con un par de piedras bien lanzadas, logró hacer ruido en el techo y llamar su atención.

"- ¿Qué fue eso?" gritó uno de los ladrones, mirando hacia arriba.

Al ver que los policías se acercaban, los ladrones salieron corriendo por la puerta trasera intentando escapar. Justo cuando creían que tendrían éxito, Lucas les lanzó algunas piedras al suelo, haciendo que tropezaran y cayeran al piso.

"- ¡Eso es! ¡Los tenemos!" - dijo uno de los oficiales, mientras atrapaban a los ladrones.

Los vecinos del pueblo, que se habían reunido al escuchar el alboroto, aplaudieron a Lucas.

"- ¡Hurra por el lanzador de piedras!" - gritaron, llenos de admiración.

El señor Gómez añadió, "Lucas, usaste tus habilidades para hacer el bien. En vez de causar problemas, decidiste ayudar. Eso es lo que realmente cuenta."

Desde ese día, Lucas no solo fue conocido como el lanzador de piedras, sino también como el héroe del pueblo. Aprendió que a veces, usar nuestras habilidades para ayudar a los demás puede hacer una gran diferencia. Y así, se convirtió en un valioso miembro de su comunidad, siempre listo para ayudar a quien lo necesitara.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!