El lápiz de colores de Lucas



En un pequeño pueblo, donde las calles estaban llenas de alegría y risas, vivía un niño llamado Lucas. Lucas era un chico muy especial, ya que se movía en silla de ruedas, pero eso no le impedía soñar en grande. Su mayor pasión era dibujar. Tenía una caja llena de lápices de colores y una libreta que siempre llevaba consigo.

Cada tarde, después de la escuela, Lucas se sentaba en el parque y comenzaba a dibujar.

"Mirá, Lucas, el sol se está poniendo más lindo que nunca hoy!" exclamó su amiga Sofía, mientras se sentaba junto a él.

"Sí, Sofía. Es el momento perfecto para dibujar un atardecer. ¿Querés ayudarme?"

"Claro, ¿qué tengo que hacer?"

Juntos, comenzaron a trazar los colores del horizonte, creando una obra maestra llena de naranjas y rosas. La gente que paseaba por el parque se detenía a admirar su trabajo.

"¿Qué van a hacer con ese dibujo?" preguntó un chico que pasaba.

"Lo vamos a poner en la exposición de la escuela. ¡Va a ser increíble!" respondió Lucas con una sonrisa.

Sin embargo, se acercaba el día de la exposición y Lucas comenzó a sentirse nervioso.

"Sofía, ¿y si nadie viene a ver nuestro dibujo?"

"¡Eso no va a pasar! Todos conocen lo talentoso que sos. Además, no importa cuántas personas vengan, lo importante es que nos divirtamos creando."

El día de la exposición llegó y Lucas se preparó con ilusión. Cuando llegó a la escuela, vio que todos estaban emocionados. Las aulas estaban decoradas con dibujos de muchos niños, pero el dibujo de Lucas y Sofía se destacaba por su colorido y creatividad.

"¡Mirá! Hay un montón de gente que está viendo nuestro trabajo" dijo Sofía.

"Esto es increíble, Sofía. ¡No lo puedo creer!"

De repente, escucharon una voz familiar detrás de ellos. Era el director de la escuela.

"Lucas, Sofía, el dibujo que hicieron es realmente impresionante. Quiero que lo exhibamos en el museo del pueblo. ¡Felicitaciones!"

Lucas no podía creer lo que escuchaba.

"¿En el museo? ¿De verdad?"

"Sí, y estoy seguro de que inspirará a otros niños a que también sigan sus sueños, sin importar las dificultades. ¡Sigan así!"

Todos comenzaron a aplaudir mientras Lucas sonreía de oreja a oreja. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, pensó en lo que había logrado.

"No importa si estoy en silla de ruedas, siempre puedo ir más lejos con mi imaginación y mi dibujo", pensó para sí mismo.

Días después, el gran día llegó. Su dibujo fue colgado en la pared del museo y muchas personas vinieron a verlo. Una niña se acercó a Lucas y le dijo:

"Tus colores son tan bonitos, me inspiran a dibujar también. Voy a dibujar un arco iris muy grande. ¿Te gustaría venir a hacerlo conmigo?"

"¡Sí! Sería genial. ¡Los dos podemos hacer un mural juntos!"

Así fue como Lucas empezó a crear murales en el parque y a invitar a otros niños a participar. Todos los sábados, el parque se llenaba de risas, colores y creatividad.

Con el tiempo, Lucas se convirtió en un referente del arte en su comunidad. No solo demostró que cualquier persona puede ser creativa, sin importar sus limitaciones, sino que también inspiró a otros a seguir sus sueños y expresarse.

Y así, cada vez que alguien veía su mural o escuchaba su historia, recordaban que los sueños realmente no tienen barreras y que, con un poco de imaginación y esfuerzo, se pueden lograr cosas maravillosas.

Desde aquel día, Lucas no solo dibujó un arco iris, sino que también coloreó la vida de muchos niños que aprendieron de su valentía y creatividad. Y todo comenzó con un lápiz de colores.

FIN.

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