El lápiz mágico de Lenny


Lenny caminaba con paso firme y curioso por la exuberante selva. A medida que avanzaba, admiraba los árboles altos y frondosos, escuchando el canto de los pájaros y el suave susurro del viento entre las hojas.

De repente, Lenny se detuvo al ver un arroyo cristalino que serpenteaba a través de la selva. Se acercó cauteloso y observó cómo los peces nadaban graciosamente en el agua.

El león decidió dibujar un puente mágico para cruzar el arroyo sin mojarse las patas. Con su lápiz mágico, Lenny trazó cuidadosamente el dibujo de un hermoso puente de colores brillantes sobre el papel. Al terminar, levantó su pata y tocó el dibujo con la punta del lápiz.

¡Y voilà! El puente apareció frente a sus ojos. Emocionado por su nueva creación, Lenny cruzó corriendo sobre el puente mágico y continuó explorando la selva.

Pronto llegó a una clara donde vio a una familia de monos jugando en los árboles. "¡Hola, amigos monitos! ¿Puedo unirme a ustedes?" -exclamó entusiasmado Lenny. Los monitos miraron asombrados al león hablador mientras se balanceaban entre las ramas.

Uno de ellos respondió:"¡Claro que sí! Pero primero tienes que demostrarnos qué tan bueno eres trepando". Lenny sonrió confiado y agarró su lápiz mágico. Dibujó una cuerda resistente y la ató a las ramas de los árboles más altos. Con cuidado, comenzó a trepar usando la cuerda como ayuda.

Los monitos quedaron impresionados al ver cómo el león subía hábilmente de rama en rama. Lenny se divirtió mucho jugando con ellos, saltando y balanceándose por los árboles, disfrutando de su nueva amistad.

Después de un rato, Lenny decidió seguir explorando y se despidió de sus nuevos amigos monitos. Continuó su camino hasta llegar a un claro donde vio una manada de elefantes que se bañaba en un lago cercano.

"¡Hola, elefantes! ¿Puedo unirme a ustedes?" -preguntó Lenny con alegría. Los elefantes levantaron sus enormes orejas y miraron sorprendidos al león parlante. Uno de ellos respondió:"¡Por supuesto! Pero primero debes demostrarnos qué tan bien puedes nadar". Lenny sonrió confiado y tomó su lápiz mágico nuevamente.

Dibujó unas aletas en sus patas delanteras para poder nadar mejor y se lanzó al agua sin dudarlo. Los elefantes observaron asombrados cómo el león nadaba grácilmente en el lago, moviendo sus nuevas aletas con destreza.

Se divirtieron chapoteando juntos y jugando bajo el sol radiante. Al finalizar su refrescante baño, Lenny se despidió de los elefantes y continuó su aventura por la selva. Mientras caminaba, se encontró con una cueva misteriosa.

Intrigado, Lenny decidió entrar y descubrir qué había en su interior. Con su lápiz mágico en mano, dibujó una linterna para iluminar el camino oscuro de la cueva. A medida que avanzaba, Lenny escuchaba extraños ruidos provenientes de lo profundo.

Cuando llegó al final de la cueva, se encontró con un tigre asustado atrapado entre las rocas. "¡Ayuda! Estoy atrapado aquí desde hace días", suplicó el tigre.

Lenny no dudó ni un segundo y utilizó su lápiz mágico para dibujar unas piedras grandes que pudieran moverse fácilmente. Con esfuerzo conjunto, lograron liberar al tigre y los tres salieron juntos de la oscura cueva. Agradecido por ser rescatado, el tigre invitó a Lenny a conocer su hogar: una hermosa cascada escondida en medio de la selva.

Juntos caminaron hasta llegar a la cascada donde se despidieron con alegría y gratitud. Lenny regresó a casa con el corazón lleno de aventuras y nuevas amistades.

Aprendió que compartir sus habilidades especiales podía ayudar a otros y hacer del mundo un lugar mejor. Desde ese día en adelante, Lenny siguió utilizando su lápiz mágico para ayudar a los demás animales de la selva y enseñarles sobre el poder del amor, la amistad y la generosidad.

Y así vivió felizmente, inspirando a todos a seguir sus sueños y encontrar la magia en cada paso de la vida.

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