El Lápiz Mágico de Lucía



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Colores, donde vivía una niña llamada Lucía. Lucía tenía una imaginación desbordante y le encantaba dibujar. Un día, mientras estaba en el parque, encontró un lápiz brillante, con destellos de colores que cambiaban al girarlo. Sin pensarlo dos veces, decidió llevárselo a casa.

Cuando llegó a su habitación, Lucía se sentó en su escritorio y comenzó a dibujar. Al trazar una mariposa sobre el papel, algo maravilloso ocurrió. La mariposa cobró vida y empezó a volar por toda la habitación.

"¡Mirá, mamá!" -gritó Lucía "¡Dibujé una mariposa que vuela!"

Su madre, Cristina, entró corriendo.

"¡Eso es increíble, Lucía! Pero, ¿cómo lo hiciste?"

"No lo sé, mamá. El lápiz es mágico!" -dijo Lucía, aún asombrada.

Cristina, una amante de los cuentos, decidió ayudar a su hija a descubrir el poder del lápiz. Juntas, empezaron a hacer dibujos de todo tipo: un árbol que daba manzanas de caramelos, ríos de chocolate y montañas de helados.

Pero un día, mientras dibujaban un dragón amigable, el dragón se escapó del papel y causó un pequeño alboroto en la casa.

"¡Ay no!" -exclamó Lucía "¡El dragón se fue!"

"¡Debemos atraparlo antes de que cause más problemas!" -dijo Cristina, preocupada.

Ambas corrieron detrás del dragón, que volaba alrededor con grandes alas llenas de colores. Finalmente, Lucía tuvo una brillante idea.

"¡Voy a dibujar una trampa!" -anunció, mientras tomaba su lápiz mágico.

Cristina la miró con curiosidad.

"¿Una trampa? ¿Cómo funcionará eso?"

"Voy a dibujar una cueva que le guste al dragón, y ahí lo atraparé!" -explicó Lucía, emocionada.

Con rapidez, comenzó a dibujar. Cuando terminó, la cueva apareció en el aire como un portal. El dragón vio la cueva, se sintió atraído por su brillantez y voló hacia ella. Lucía, con mucho cuidado, cerró la entrada de la cueva con un dibujo que hizo en su lápiz.

"¡Lo logramos!" -gritó Lucía, mientras se abrazaba a su madre.

"Sí, pero debemos ser responsables con este lápiz mágico" -dijo Cristina, aliviada "No podemos dejar que salga algo peligroso de nuestros dibujos."

Lucía asintió, comprendiendo que la magia venía con responsabilidad. Desde entonces, cada vez que usaba su lápiz, pensaba dos veces antes de dibujar algo. A través de sus creaciones, fue capaz de llevar alegría a todos en el pueblo, dibujando un jardín de flores que nunca marchitaban o aves que cantaban melodías suaves.

Y así, Lucía aprendió que la imaginación puede ser poderosa, y que siempre debe usarse con un buen propósito y responsabilidad. El lápiz mágico se convirtió en su mejor amigo, trayendo colores y sonrisas a cada rincón del pueblo de Colores, mientras Lucía se transformaba en una gran artista.

Y así, Lucía y Cristina siguieron creando juntos, uniendo la magia del dibujo con la importancia de compartir y ser responsables, llenando su vida de aventuras y cuentos que contar.

Fin.

FIN.

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