El lápiz mágico de Otis


Había una vez un niño llamado Otis, que era muy creativo y le encantaba dibujar. Un día, mientras estaba en su habitación con sus lápices de colores, decidió hacer algo especial: dibujar comida que diera felicidad y diversión.

Otis se sentó en su escritorio y comenzó a dibujar un enorme helado de colores brillantes. Le puso una sonrisa gigante y unos ojos brillantes. Al terminarlo, el helado cobró vida y saltó del papel.

- ¡Hola Otis! Soy Heladito, tu amigo mágico - exclamó el helado animado. - ¡Wow! ¿Eres real? - preguntó Otis emocionado. - ¡Sí! Y estoy aquí para llevarte a un mundo lleno de diversión y alegría - respondió Heladito.

Sin pensarlo dos veces, Otis tomó la mano de Heladito y juntos salieron volando por la ventana hacia un lugar mágico donde todo era posible.

Al llegar al mundo de los dibujos animados, se encontraron con otros personajes creados por Otis: Hamburgesa Feliz, Pizza Saltarina y Jugo Burbujeante. Todos ellos estaban viviendo en armonía y felicidad gracias a las creaciones de Otis. - ¡Gracias por traernos a la vida con tus dibujos! Nos has dado mucha felicidad - dijo Hamburgesa Feliz emocionada.

Juntos comenzaron a explorar aquel lugar lleno de colorido e imaginación. Montaron en montañas rusas hechas completamente de algodón de azúcar, nadaron en ríos de chocolate y saltaron en camas elásticas hechas de malvaviscos.

Pero, de repente, la diversión se vio interrumpida por una nube gris que apareció en el cielo. Todos los personajes se miraron preocupados. - ¡Oh no! Esa nube es la Tristeza - susurró Heladito con voz temblorosa.

La Tristeza comenzó a lanzar lluvia sobre ellos, apagando su alegría y color. Otis sabía que tenía que hacer algo para salvar a sus amigos y devolverles la felicidad. Con valentía, Otis tomó su lápiz mágico y comenzó a dibujar un paraguas gigante.

El paraguas cobró vida y protegió a todos los personajes de la lluvia triste. - ¡Gracias, Otis! - exclamaron todos aliviados. Pero la Tristeza no se rendiría tan fácilmente. Comenzó a soplar fuertemente, intentando derribar el paraguas.

Fue entonces cuando Otis tuvo una idea brillante: dibujar un rayo de sol radiante que iluminara todo el lugar. Al instante, un sol brillante apareció en el cielo y disipó las nubes grises.

La alegría volvió al mundo mágico y todos los personajes comenzaron a bailar de felicidad. - Gracias por salvarnos, Otis. Tus dibujos nos han dado una nueva oportunidad para ser felices - dijo Jugo Burbujeante mientras abrazaba al niño emocionado.

Otis sonrió orgulloso mientras veía cómo su creatividad había traído felicidad y diversión a todos sus amigos. Juntos, prometieron seguir explorando ese mundo mágico y llevar alegría a todas partes.

Desde aquel día, Otis siguió dibujando comida que daba felicidad y diversión, pero también aprendió que la verdadera magia estaba en su interior y que podía hacer del mundo un lugar mejor con su imaginación. Y así, Otis continuó creando historias increíbles con sus lápices de colores, llevando sonrisas y alegría a todos los rincones del mundo.

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