El Lápiz Roto de Theo



Había una vez en un pequeño pueblo, un chico llamado Theo. Theo era un niño muy creativo que amaba dibujar, y tenía un lápiz favorito que le regaló su abuela. Era un lápiz azul brillante con una pequeña estrella dorada en la parte superior. Theo lo cuidaba como si fuera un tesoro.

Un día, mientras estaba en clase, Theo decidió que era un buen momento para usar su lápiz favorito. Sacó su cuaderno y empezó a dibujar un dragón volador.

"¡Mirá qué bien me sale!" - exclamó Theo, viendo cómo su dragón tomaba forma.

Sus amigos, Mateo y Lucia, se acercaron para admirar su obra.

"¡Es impresionante!" - dijo Lucía.

"¡Sos un genio!" - agregó Mateo con una sonrisa.

Después del recreo, cuando estaba listo para continuar su dibujo, buscó en su mochila y se dio cuenta de que su lápiz ya no estaba.

"¿Dónde está mi lápiz?" - se preguntó Theo, mirando por todas partes.

De repente, lo vio en el suelo, pero estaba roto. ¡Qué desastre! Se agachó y se sintió muy triste.

"¡Mi lápiz favorito!" - gritó Theo, asustado "Mateo, ¿por qué rompiste mi lápiz?"

Mateo se quedó sorprendido.

"¿Yo? No lo rompí, Theo. Nunca haría algo así" - dijo Mateo, confundido.

Al ver la situación, Lucía decidió intervenir.

"Theo, ¿estás seguro de que fui yo?" - dijo Lucía, mientras se cruzaba de brazos "Tal vez se cayó solo."

Pero Theo ya había tomado su decisión. Estaba tan enojado que decidió no hablarle a Mateo por el resto del día. Se alejó enojado, sin pensar que había sido el mismo Theo quien, en su prisa, había pisado el lápiz en el patio durante el recreo.

Esa tarde, mientras caminaba a casa, Theo no podía dejar de pensar en su lápiz.

"Si solo Mateo no lo hubiera roto, podría haber terminado mi dragón" - pensó con tristeza.

Cuando llegó a su casa, decidió contarle a su mamá lo que había pasado.

"Mamá, Mateo rompió mi lápiz favorito y no sé qué hacer" - dijo Theo, frustrado.

La mamá de Theo lo miró con atención y le dijo:

"Theo, ¿estás muy seguro de que fue Mateo? Tal vez deberías preguntar un poco más antes de culpar a alguien sin tener pruebas."

Theo se quedó pensando en las palabras de su mamá. Esa noche, no pudo dormir bien, y se sintió incómodo. En su mente, comenzó a recordar cómo había estado tan apurado durante el recreo.

A la mañana siguiente, decidió no culpar a Mateo tan rápidamente. En la escuela, encontró a Mateo y Lucia.

"Chicos, aprecio lo que decís, y perdón por haberte culpado, Mateo. Me di cuenta de que tal vez fui yo quien lo rompió.

"No hay problema, Theo. Somos amigos y eso es lo que importa" - respondió Mateo, sorprendiendo a Theo con sus palabras de compresión.

Desde ese día, Theo aprendió algo valioso sobre la culpa y la amistad. A veces, las cosas no son lo que parecen y es importante pensar antes de acusar a alguien. También se dio cuenta de que además de su lápiz, lo más importante eran sus amigos.

Así que, aunque su lápiz favorito estaba roto, Theo decidió usar su creatividad y dibujar con otros lápices. Poco a poco, se divirtió tanto que olvidó su tristeza.

Y con cada dibujo, sentía que su amistad con Mateo y Lucía se hacía más fuerte. Al final, el lápiz roto resultó ser solo un pequeño bache en el camino de la amistad, y el amor por el arte continuó floreciendo en su pequeño corazón lleno de alegría y creatividad.

FIN.

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