El Lápiz Sin Color



Érase una vez en un pequeño pueblo lleno de colores, donde todo era brillante y alegre. En este lugar vivía un lápiz llamado Lapi. A diferencia de sus amigos, que tenían colores vibrantes como rojo, azul y amarillo, Lapi era un lápiz completamente gris.

Un día, Lapi se sentó triste en la mesa de dibujo del taller de la señora Pinta, la artista más famosa del pueblo.

"¿Por qué no puedo ser como ellos?" - se lamentó Lapi, mirando a sus amigos.

La señora Pinta, al escuchar el lamento de Lapi, se acercó y le dijo: "Querido Lapi, todos somos diferentes, y eso es lo que nos hace especiales. Cada uno tiene su propio propósito en este mundo". -

Pero Lapi todavía no entendía su valor. Así que, decidió salir a explorar el pueblo. Mientras paseaba, vio a los niños jugando, creando hermosos dibujos con sus lápices de colores. Lapi sintió una punzada de envidia.

Un día, mientras observaba a un grupo de niños dibujar en el parque, vio que uno de ellos parecía preocupado. Tenía un dibujo casi terminado, pero no lograba encontrar el color perfecto para completar su obra.

"No sé qué hacer, me falta el color exacto para el cielo" - suspiró el niño, mordiéndose el lápiz.

Lapi, en ese momento, decidió hacer algo. Se acercó y le dijo: "Hola, amigo. Yo podría ayudarte". -

El niño lo miró sorprendido. "¿Pero cómo? ¡Eres un lápiz gris!" -

"Pero puedo dibujar líneas, formas y también puedo ayudarte a imaginar" - contestó Lapi con determinación.

El niño dudó, pero finalmente aceptó. Lapi empezó a dibujar nubes en el cielo, creando formas que el niño nunca había pensado. A medida que el niño coloreaba las nubes, su cara se iluminaba.

"¡Mirá! ¡Es perfecto!" - exclamó el niño con una sonrisa radiante.

Lapi sintió una gran alegría al ver al niño feliz, y se dio cuenta de que su color no importaba tanto. Se sentía útil y valioso por ayudar a alguien.

Días después, el niño continuó usando a Lapi para sus dibujos y pronto todos los amigos del parque querían probarlo, emocionados por sus ideas.

"¡Este lápiz es genial!" - exclamó uno de ellos.

Lapi se maravilló al ver cómo, a pesar de no ser colorido, podía contribuir a la creatividad de los demás. Se dio cuenta de que no importa el color que tenga; su esencia radicaba en su capacidad de inspirar y crear.

Con el tiempo, Lapi se convirtió en el lápiz favorito de todos. La señora Pinta lo incluyó en sus obras, siempre destacando cómo había traído nuevas ideas a sus pinturas.

"Lapi nos mostró que en la diversidad está la verdadera belleza y creatividad" - comentó la señora Pinta en una de sus exposiciones, mientras el pueblo aplaudía con entusiasmo.

Desde entonces, Lapi entendió que cada uno aporta algo especial, independiente de lo que parece por fuera. Y así, el lápiz gris se convirtió en un símbolo de que no hay que subestimar a aquellos que, como él, son diferentes.

Y así, en un pueblo lleno de colores, Lapi encontró su verdadero lugar, demostrando que ser único puede ser el más bonito de todos los colores.

FIN.

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