El legado de Lola en el bosque encantado


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivía una niña llamada Lola. Lola era una niña curiosa y valiente, siempre dispuesta a ayudar a los demás.

Un día, recibió una carta misteriosa que decía: "Querida Lola, te dejo en herencia algo muy valioso. Sigue las pistas y encontrarás tu tesoro". Lola se emocionó al leer la carta y decidió seguir las pistas que le habían dejado.

La primera pista la llevó al viejo faro abandonado en las afueras del pueblo. Al llegar allí, encontró otra pista que decía: "Para encontrar el siguiente paso, mira hacia lo más alto". Lola levantó la vista y vio un globo aerostático en el horizonte.

Sin dudarlo, corrió hacia el campo donde estaba a punto de despegar. El piloto del globo le entregó la siguiente pista: "La clave está en el lugar donde nace el sol".

Lola recordó que el sol salía todas las mañanas detrás de la montaña más alta del pueblo. Subió la empinada cuesta hasta llegar a la cima, donde encontró una piedra con una marca tallada que señalaba hacia abajo.

Intrigada, Lola siguió cavando con sus manos hasta descubrir un cofre enterrado bajo tierra. Al abrirlo, se encontró con un mapa antiguo que mostraba un camino hacia el bosque encantado de Villa Esperanza.

Decidida a descubrir qué más le esperaba, Lola se adentró en el frondoso bosque siguiendo cada indicación del mapa. Pronto llegó a un claro donde había un grupo de animales esperándola: un zorro astuto, un búho sabio y una liebre veloz.

"¡Bienvenida, Lola! Has demostrado ser valiente y perseverante en tu búsqueda", dijo el búho con voz grave. "Ahora enfrentarás tu última prueba para obtener tu herencia", agregó la liebre con rapidez. "Deberás superar tres desafíos para demostrar tu valor y sabiduría", concluyó el zorro con picardía.

El primer desafío consistió en cruzar un río caudaloso sin puente ni bote. Con ingenio, Lola construyó una balsa con troncos y ramas para llegar al otro lado sana y salva.

El segundo desafío fue resolver acertijos complicados propuestos por el búho para poner a prueba su astucia e inteligencia. Con paciencia y concentración logró resolverlos uno tras otro. Finalmente, llegaron al tercer desafío: escalar una montaña escarpada para alcanzar la cima donde se encontraba su preciada herencia.

A pesar del cansancio y los obstáculos del camino, Lola no se rindió y llegó hasta arriba justo antes de que anocheciera. Al llegar a la cima de la montaña vio brillar una luz dorada que provenía de un cofre antiguo cubierto de gemas preciosas.

Con manos temblorosas lo abrió lentamente revelando su contenido: dentro había documentos antiguos que probaban ser descendiente directa de los fundadores de Villa Esperanza.

Emocionada por haber descubierto su verdadera identidad y legado familiar, Lola regresó al pueblo donde fue recibida como toda una heroína por sus vecinos quienes celebraron junto a ella este gran hallazgo.

Desde ese día en adelante, Lola supo que no importa cuán difíciles sean los desafíos o pruebas que debamos enfrentar en la vida; con valentía, perseverancia e inteligencia podemos superar cualquier obstáculo para descubrir nuestro verdadero valor interior y seguir adelante hacia nuestros sueños más grandes.

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