El legado de Mateo
Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar lejano y mágico, existían tres dioses poderosos: Sol, Luna y Estrella. Estos dioses eran los creadores del mundo y de todas las maravillas que lo habitaban.
Un día, Sol tuvo una brillante idea. "¿Qué les parece si creamos un ser especial que cuide de todas las criaturas de la Tierra?"- propuso emocionado a sus compañeros divinos.
Luna y Estrella se entusiasmaron con la propuesta y juntos comenzaron a moldear al primer ser humano. Utilizaron arcilla para darle forma, añadieron brillo en sus ojos tomado de las estrellas y soplaron vida en su cuerpo con el viento fresco de la noche.
Así nació Mateo, el primer ser humano en habitar el mundo creado por los dioses. Mateo era curioso e inteligente, siempre buscando aprender cosas nuevas y explorar su entorno. Los dioses observaban con alegría cómo Mateo cuidaba de los animales, plantas y ríos que ellos habían creado.
Pero un día oscuro se cernió sobre el mundo cuando una criatura maligna llamada Sombrío intentó sembrar discordia entre Mateo y los demás seres vivos.
"¡Mateo! ¡Ellos te temen porque eres diferente! ¡Deberías gobernar sobre ellos con mano dura!"- susurraba Sombrío envenenando la mente del joven humano. Mateo sintió dudas por primera vez. Comenzó a creer que tal vez debía imponer su voluntad sobre los demás para ser respetado. Los dioses observaban preocupados desde lo alto.
Pero entonces, Luna tuvo una idea para ayudar a Mateo. Envió sueños pacíficos al joven humano donde recordaba todo el amor que había recibido de los animales, plantas y ríos a lo largo de su vida.
Cuando Mateo despertó, recordó quién era realmente. Recordó que su deber no era dominar a los demás, sino protegerlos y cuidarlos como hacían los dioses con él. Con renovada determinación, Mateo enfrentó a Sombrío y rechazó sus mentiras con valentía.
El malvado ser se desvaneció entre sombras al no poder encontrar eco en el corazón puro del primer ser humano. Los dioses sonrieron al ver cómo Mateo había superado la prueba del mal gracias al amor que había cultivado en su corazón.
Desde ese día en adelante, Mateo se convirtió en un protector aún más fuerte y sabio para todas las criaturas del mundo.
Y así concluye la historia del primer ser humano creado por los dioses Sol, Luna y Estrella; una historia llena de enseñanzas sobre la importancia del amor, la bondad y la valentía frente a la adversidad.
Que perdure por siempre en nuestros corazones como un recordatorio de nuestra verdadera esencia humana: cuidadores de este maravilloso mundo que habitamos juntos.
FIN.