El lema de la directora



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde todos los años los niños y niñas se preparaban con entusiasmo para el inicio del nuevo año escolar.

En esta ocasión, la directora de la escuela, la señorita Rosa, decidió motivar a los alumnos con divertidos lemas que inspiraran un buen comienzo. El primer día de clases llegó y todos estaban ansiosos por descubrir cuál sería el lema elegido por la señorita Rosa.

Al sonar la campana, los niños corrieron hacia el patio donde se encontraba la directora junto a un gran cartel que decía: "Con esfuerzo y alegría, aprenderemos cada día". - ¡Qué lindo lema! -exclamó Martina emocionada.

- Sí, nos va a motivar a dar lo mejor de nosotros -agregó Tomás con una gran sonrisa. La señorita Rosa les explicó que ese año quería que todos se esforzaran al máximo en sus estudios, pero siempre manteniendo la alegría y el entusiasmo.

Los niños asintieron emocionados y se dirigieron a sus aulas listos para comenzar. Los días fueron pasando y los niños seguían recordando el lema cada vez que enfrentaban un desafío o una dificultad.

Martina practicaba sumas y restas repitiendo en su mente "con esfuerzo y alegría", mientras que Tomás se esforzaba por mejorar su letra en cada tarea pensando en cómo podía aplicar el lema en su vida escolar.

Un día, durante una clase de matemáticas muy complicada, Martina sintió que no podía resolver un problema difícil. Casi resignada a rendirse, recordó las palabras de la señorita Rosa y decidió intentarlo una vez más con todo su esfuerzo y alegría. Para sorpresa de todos, logró resolverlo correctamente.

- ¡Lo logré! ¡Gracias por enseñarnos este lema tan importante! -exclamó Martina felizmente. - ¡Eso es genial! Nunca subestimes tu capacidad cuando te esfuerzas con alegría -respondió la señorita Rosa orgullosa.

Los meses pasaron volando y llegó el momento del acto de fin de año. Los padres llenaron el salón para ver a sus hijos presentar todo lo aprendido durante el año escolar.

Martina y Tomás subieron juntos al escenario para recitar un poema sobre la importancia del esfuerzo y la alegría en cada desafío. Al finalizar su presentación, recibieron una ovación de pie por parte de todos los presentes. La señorita Rosa les entregó medallas como reconocimiento por haber llevado adelante el lema con tanto compromiso.

Ese día quedó marcado en la memoria de todos como un ejemplo claro de cómo el esfuerzo combinado con la alegría pueden llevarnos a alcanzar cualquier meta que nos propongamos.

Y así, Villa Esperanza siguió siendo un lugar donde los sueños se convertían en realidad gracias al trabajo arduo y al espíritu positivo de sus habitantes.

FIN.

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